La final empezó con ilusión, pero terminó siendo aburrida. América y Toluca empataron 0-0 en el Estadio Azteca en un partido más táctico que emocionante, más trabado que disputado, y con muy pocas acciones de verdadero peligro.
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Ambos equipos llegaban con argumentos para ilusionar: las Águilas buscando su cuarto título consecutivo y los Diablos con un torneo sólido, pero sin su goleador estrella Paulinho, baja inesperada de último minuto por molestias musculares. Toluca optó por un planteamiento ultradefensivo que congeló la ida.

América tuvo la pelota y la responsabilidad, pero careció de ideas y profundidad. Toluca, por su parte, cerró espacios y apostó todo al error rival. El guión del partido fue predecible: línea de cinco bien plantada de los visitantes y una que otra jugada aislada que no cambió la historia.

Las ocasiones más claras fueron azulcremas: un remate de Borja que sacaron en la línea y un disparo de Fidalgo que exigió a Luis García. Pero fuera de eso, poco más. Los cambios de Jardine no dieron resultados, y Mohamed se quedó satisfecho con haber apagado el fuego ajeno.
Este empate sin goles deja todo abierto, pero también obliga a ambos a cambiar el chip. A Toluca debe buscan el partido y América necesita reencontrarse con el fútbol que lo llevó hasta aquí.

El domingo a las 7 pm, el Estadio Nemesio Diez será juez y verdugo. Ya no habrá tiempo para el cálculo ni espacio para el miedo. El título está en juego y esta vez alguien tendrá que salir a ganarlo.