Un partido a reventar de vehículos y peatones apresurados por llegar a tiempo a conectarse con el partido de la Sele; bares a reventar de aficionados y trabajadores pendientes de sus faenas y de la cancha.
El partido de anoche entre las selecciones de Costa Rica y Honduras elevó la temperatura de los seguidores de la Tricolor.
Tres horas antes del encuentro, que arrancó a las 8 p. m., los tibaseños calentaron con la transmisión en vivo del programa A todo dar .
A las 6: 30 p. m., en el parque de Tibás, las chicas del programa bailaban vestidas con camisas de la Selección Nacional de Futbol. Mientras, en la acera del frente, los devotos cumplían en la iglesia de Tibás con el tradicional festejo católico del Miércoles de Ceniza.
A quinientos metros, la obligación era otra: llegar a tiempo a las filas de ingreso al estadio Ricardo Saprissa, sitio del partido.
Desde tempranas horas de la tarde ese terreno se transformó en un campo variopinto que reunió las más diversas manifestaciones.
Vendedores que a todo pulmón ofrecían las "últimas" entradas para el encuentro, unían sus gritos con el grupo que promocionaba banderas, camisetas y una olorosa carnita asada.
"La actividad ha estado muy mala; tuve que reducir el precio de las camisas de ¢2.500 a ¢1.500", se quejó Salomón González, de 29 años.
Bares a reventar
Ese "llenazo" en las afueras del estadio Ricardo Saprissa se repitió en varios bares capitalinos, según constató La Nación en un recorrido durante el primer tiempo del partido.
Por una noche, la moda fue lucir de azul, rojo y blanco.
La cita tricolor estuvo teñida de las necesarias bebidas para apagar la ansiedad del encuentro; gritos y gestos de tristeza y emoción fueron las reacciones ante las jugadas de los seleccionados.
Aunque la mayoría estuvo pendiente de las pantallas gigantes instaladas para el gusto de la barra tricolor, algunos convirtieron el partido en una buena oportunidad para "ligar" a alguna aficionada. Para los fiebres, lo único importante fue la acción del partido.
Colaboró con esta información el periodista Luis Castrillo Marín.