Kingston (Jamaica) . Una revelación. La música y los Reggae Boys (Los muchachos del reggae), que capitaliza el sentimiento y las raíces más profundas de la zona del Caribe, se juntaron para mostrarle Jamaica al mundo. Aquí cantan y bailan por la primera participación en una Copa Mundial de Futbol; y cantan y bailan por el trabajo del entrenador brasileño René Simoes, que hizo más por ese país que un buen número de políticos juntos.
El impacto de un balón en la tierra del legendario Bob Marley es enorme. Así que, mientras las autoridades deportivas y económicas definen los últimos detalles de este magno acontecimiento, las calles de Kingston acarician la esperanza de días mejores.
El mítico rey del reggae jamaiquino, que llora al continente perdido, se mató el 11 de mayo de 1981, a los 36 años. Pero siguió siendo un profeta, y su dimensión social y espiritual es palpable en toda la isla. Y más allá.
Marley había sido futbolista, aunque ninguna de sus canciones haga referencia al deporte. La visita a su residencia, en Hope Road, que fue convertida en el Museo de Bob Marley, nos dice mucho más. Al pie de su estatua, un balón de futbol. En los frescos adornados de afuera, se le ve todavía, con sus rastas al viento y un balón junto a su pie.
¿Una mirada a su vida? Una película llena de reggae y de futbol. En fin, allí, sobre los muros, en medio de todas las fotos amarillentas, se le ve entregando un disco al francés Henri Michel (hoy técnico de Marruecos) y en otra gráfica junto con el brasileño Paulo César.
"Si Bob estuviera vivo, estaría orgulloso de lo logrado por la Selección Nacional. Y estaría todo emocionado por la idea de ir a Francia 98, porque hubiera ido, de seguro... También hubiera cantado en nuestro estadio nuevo. Usted entiende, era un amante del futbol. Cuando estaba de gira con el grupo, desde que llegaba al hotel, dejaba su maleta y sacaba su bola de fut y jugaba dentro de su habitación".
Allan Skill (destreza) Cole lo conoció bien, pues fue el representante del grupo de Marley, los Wailers. Fue también su amigo y entrenador cuando estaban de gira, pues Cole fue también jugador de futbol. Evolucionó en los Estados Unidos con los Atlanta Chiefs, en la NASL, en la Selección Nacional de Jamaica, así como en Brasil para el Nautica y el Marinho, antes de partir a Etiopía, la tierra prometida de todo rasta respetado. Hoy, Allan entrena uno de los equipos de la Premier League de Jamaica, Arnett Garden.
También Cole evoca la resonada clasificación de los Reggae Boys y, con su barba patriarcal, nos explica: "Hoy solo la música puede ser más fuerte que el futbol. Pero, francamente, gracias a René Simoes, ¡cómo hemos progresado! ¡En el plano futbolístico, inculcó la disciplina! Atrajo a los patrocinadores. Es como si hubiéramos ganado una medalla de oro. La Copa del Mundo es el evento que más impacto tiene."
"En los próximos dos ó tres años, creo que empezaremos a sentir los beneficios económicos. Jamaica, por fin, dio el primer paso en una inmensa escalera. Pero fue el paso más importante. Simoes siguió al pie de la letra los programas de preparación y motivó a los jugadores. Hoy, gracias a él, el fut es igual de popular que el cricket", sostiene Cole.
Al profesionalismo
Sí, todos en Jamaica ven en el equipo nacional una especie de cura maravillosa para todos sus males de un país donde el 27 por ciento de los 2,7 millones de habitantes de Jamaica viven por debajo del nivel de pobreza, a pesar de un cierto auge económico que experimentó el país en la década anterior, según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo.
Es, en ese contexto, que calzan las palabras de Jimmy Cliff, uno de los héroes históricos de la música reggae: "La música era hasta ahora a lo único que podían recurrir los adolescentes de los barrios marginales. Hoy ven en el futbol una manera de salir adelante. El Mundial de Francia nos puede catapultar a la escena internacional. Nuestra economía y estilo de vida mejorarían. El fut es un buen reductor de estrés. Definitivamente, el pueblo está más feliz desde la clasificación".
En estrecha colaboración con los técnicos de los clubes, Simoes puso en marcha un plan para reestructurar este deporte, con el apoyo del presidente de la Federación, Horace Burrell. Sus acciones ya dejaron frutos en la Selección Nacional, así que se espera que se extienda a todo el futbol jamaiquino.
"Seguí el Mundial de 1994 por televisión. Cuando lo ví, me convencí de que teníamos suficiente talento en Jamaica, igual que en cualquier otra parte del mundo". Estas palabras son de Burrell, de largos bigotes, quien después de concluir su carrera militar pasó a dedicarse a la panadería industrial antes de tomar en sus manos, hace cuatro años, el destino del futbol jamaiquino.
"Cuando presentamos nuestro programa, a finales de 1994, y anunciamos que nos costaría $4 millones implementarlo por cuatro años, nos tacharon de locos, de soñadores", destacó el impulsor del proyecto Copa del Mundo.
El éxito de la iniciativa atrajo a más inversionistas privados y a funcionarios del Gobierno, y el presupuesto aumentó. De $2,1 millones en 1996, pasó en 1997 a $4,2 millones y el proyectado para 1998 es de $10,5 millones.
No cabe duda que con la presencia en Francia el sueño de Burrell tomó una forma hermosa. "Nuestro programa dio resultados positivos. Hemos podido exaltar las virtudes del país. Jamaica tiene el potencial para convertirse en una de las grandes naciones del futbol. Creo firmemente en la participación en el Mundial, pero este torneo no es un fin en sí mismo. Trabajamos para reformar todo nuestro futbol, ¡y ya nos alistamos para la Olimpiada de Sydney 2000!".
Con el reggae como imagen que seduce y seducirá al mundo entero, el desarrollo del futbol en Jamaica parece irreversible.
(*) Jean-Marie Laoné es redactor de France Football (Francia). También se consultó El Gráfico (Argentina). Colaboró Adriana Quirós Robinson, redactora de La Nación.