Por Lorenzo Martínez
Roma, 20 may (EFE).- Fabio Capello, un auténtico "general" o un "César", como se le denominó en su anterior etapa en el Roma, ha vuelto a evidenciar que su contratación es un "valor seguro" y, en su primera campaña al frente del Juventus Turín le ha llevado a su vigésimo octavo título liguero.
Un título que, además, es el séptimo liguero en la carrera de Capello, quien tan sólo ha dirigido a cuatro clubes y con todos ha logrado el "scudetto": cuatro con el Milán (1991-92, 92-93, 93-94 y 95-96), una con el Real Madrid (1996-97), el Roma (2000-01) y, ahora, con el Juventus Turín (2004-05).
Es decir, en cada club que ha entrenado ha conquistado el campeonato liguero, algo de lo que no pueden vanagloriarse sus colegas. Además, con el Milán ha conquistado una Copa de Europa (1993-94), una Supercopa Europea (1993-94), tres Supercopas de Italia (1992, 93 y 94) y un Mundialito de Clubes (1987).
Y es que Capello es el fiel exponente de como un técnico impregna su mentalidad ganadora a un equipo.
Nacido en la localidad de Pires, Capello cumplirá el próximo 18 de junio los 59 años. Pero ya se ha hecho un regalo de cumpleaños con antelación con la consecución de un nuevo título liguero para su palmarés.
Capello fue antes que entrenador un notable centrocampista. Debutó en Primera división con el Spal (29 de marzo de 1964), se lanzó a la fama internacional en el Roma (tres campañas) y se confirmó en el Juventus Turín (6 campañas, 3 ligas conquistadas) y Milán (1976-80, una Liga).
Tiene un lugar de honor en el libro de oro de la selección italiana (debutó el 13 de mayo de 1972 y jugó en 32 encuentros) desde el 14 de noviembre de 1973, cuando anotó, tras pase de Giorgio Chinaglia, el gol que supuso el primer triunfo de la historia de la nacional transalpina en Wembley ante Inglaterra (0-1).
Tras su retirada como jugador en el Milán, Capello se hizo cargo del juvenil milanista al que llevó a conquistar la Copa de Italia 1985-86 de la categoría. Con la llegada de Silvio Berlusconi -su gran mentor- a la propiedad del club ya pasó a ser el segundo del sueco Nils Liedholm, en la campaña 1986-87.
A Liedholm le sustituyó en el cargo a falta de cuatro jornadas para concluir la temporada. Logró meter al equipo en la Copa de la UEFA y, semanas después, conquistó el Mundialito de Clubes. Ese verano dejó el puesto al ya fichado con anterioridad Arrigo Sacchi, pero siguió vinculado al Milán -mejor dicho a Berlusconi-, como director general de la Polideportiva Mediolanum, grupo que aglutinaba a todos sus clubes deportivos (rugby, hockey hielo, etc.).
Berlusconi había visto en Capello el "futuro" del Milán, le siguió forjando y, en la campaña 1991-92, le puso al mando de la primera plantilla tras el adiós de Arrigo Sacchi.
Capello, que llegaba sin un gran bagaje, fue definido entonces como "un técnico de laboratorio" y hubo entrenadores que pusieron en gran duda su valía para recoger el testigo dejado por el "guru" Sacchi, con el que no se lleva muy bien. Pero acalló pronto las dudas y, con una plantilla que Arrigo al dejar dijo que "estaba ya exprimida al máximo", mejoró los registros de su predecesor.
A pasos agigantados fue creciendo su fama de entrenador con una personalidad y un carácter fuerte, con genio, tensión, garra y mentalidad ganadora. Cualidades que, sin duda, transmite y plasma en el equipo que dirige.
Capello como todo triunfador tiene también sus detractores. Hay quien le acusa de "caprichoso", de ganar sólo con plantillas hechas a "golpe de talonario", de tener siempre en un puño el vestuario y de querer ser la "única gran estrella" del mismo.
Por ejemplo, se recuerda como a los pocos meses de estar en el Real Madrid, tras una fuerte discusión con el entonces presidente Lorenzo Sanz, negoció en diciembre con Sergio Cragnotti. Según reconoció entonces el propietario del Lazio, se cerró con "un apretón de mano" un acuerdo por el cual Capello, pese a tener una año más con el club madrileño, iría al equipo lacial al término de la campaña.
Capello, que de España quedó favorablemente impresionado (viaja siempre que puede, se compró una casa en Marbella, en su mesa nunca falta su anhelado jamón de Jabugo), en efecto, dejó el Real Madrid en junio. Pero no para ir al Lazio -lo que trajo la pública protesta entonces de Cragnotti-, sino que volvió al Milán oyendo la llamada desesperada de su "progenitor deportivo" Berlusconi. Ahí, en su segunda etapa, "pinchó" como técnico.
Tras no aceptar una nueva oferta de Lorenzo Sanz para hacerse cargo del Real Madrid a temporada iniciada, Capello fichó en 1999 por el Roma, y le llevó a la consecución del tercer "scudetto" del club.
Sin embargo, en el Roma no dejó una buena imagen. En el verano 2004, con contrato en vigor por una campaña más, sorprendió de la noche a la mañana marchándose al "odiado" Juventus, al que sólo meses antes dijo que no entrenaría nunca.
Capello utilizó una cláusula de su contrato que le permitía irse cuando quisiera del Roma. Y lo hizo sin avisar a un club romano que se enteró de la "traición" al sacar a primera hora de la mañana el Juventus un comunicado diciendo que había fichado a Capello.
Pero está claro que Capello es un técnico triunfador, uno de los que mejor saben preparar y dar gran tensión durante toda la temporada, durante la semana, a sus jugadores ("se juega como se entrena", es una de sus frases) y, sobre todo, de los que mejor leen el partido y saben cambiar los jugadores "in situ".
Eso sí, en su "leyenda negra" figura que deja "seco" a un equipo cuando se va de él. Algo que, a tenor de lo acontecido con dichos conjuntos el "año después de Capello", parece ser cierto.
Ahora ha dado un ansiado título liguero a un club con el que también conquistó tres "scudetti" como jugador. Capello, pues, es garantía segura de éxito. EFE.
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