Cuando el futbolista Allan Alemán dijo que no veía nada malo en que un desconocido le diera regalías por su actuación en la cancha, describió mejor que nadie lo que ocurre en la sociedad costarricense actual.
No soy dado a hablar de la forma en que cada uno piensa y actúa, pues no me gusta que se metan en mi vida personal.
Pero lo de Alemán va más allá de un comportamiento individual, a pesar de que, según su lógica, lo que pretendió decir es que en el mundo actual es “normal” que alguna persona adinerada saque de su billetera unos dólares y se los eche a uno en la bolsa.
No me interesa si el delantero recibió mucha o poca plata con esas regalías. Lo preocupante es que para él esto es “bueno” y digno de imitar por sus colegas.
Cambalache. Si Enrique Santos Disépolo describió en Cambalache la forma en que se vivió en el siglo pasado, el comportamiento social actual merece una segunda parte de ese precioso tango.
Y, de seguro, el que haga la letra de esta nueva versión deberá referirse a la relación entre deportistas, empresarios, farándula y prensa, pues si nos atenemos al código “Alemán”, todo es lícito.
‘No me importa de donde viene el dinero, lo importante es que llegue a mi bolsillo’.
Por ello, una estrofa de Cambalache debe quedar incólume: “Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor. Ignorante, sabio, chorro, generoso o estafador. Todo es igual. Nada es mejor. Lo mismo un burro que un gran profesor”.
Y Alemán, desde Miami, donde está concentrado con la Selección, nos deparó otro ejemplo de lo que debe interpretarse con el buen comportamiento actual.
Consultado por el cierre de la cuentas de su mecenas en un banco estatal, el jugador dijo: “Eso a mí no me importa, lo que me interesa es que me cumpla con lo mío, que me pague lo que me dijo”.
Hace un tiempo oí, sin querer pues estaba de vacaciones en la playa con mis hijos, a un empresario de futbolistas hablando por teléfono con uno de sus protegidos. Le aconsejaba firmar con un club desconocido en un país lejano.
El jugador le indicaba que tenía dudas del financiamiento que recibía el equipo. El manejador fue claro: “Mirá, a vos no debe importarte eso, preocupate por ser contratado, jugar bien y allá los dirigentes de donde sacan la plata”.