Manchester. Nelson de Jesús Silva, Dida, el portero brasileño del Milán, que con los tres penales parados a los jugadores de Juventus de Turín en la final de Liga de Campeones disputada el miércoles, posibilitó el triunfo de su equipo, fue un héroe inesperado.
Pocos hubieran apostado que Dida, portero suplente de Marcos (Palmeiras) en la selección brasileña que ganó el pasado Mundial-2002, fuera capaz de adivinar la intención en los lanzamientos de David Trezeguet, Marcelo Zalayeta y Paolo Montero.
El brasileño ganó además el duelo a un portero de la reputación del juventino Gianluigi Buffon, y Milán se impuso por 3-2 en los penales, después de que el tiempo reglamentario terminara en empate sin goles.
“Los compañeros tenían mucha confianza en mí, pero yo sinceramente no sabía lo que iba a ocurrir. En estos casos cuenta la habilidad pero también la suerte”, indicó modestamente el brasileño, tras el triunfo en Old Trafford.
Dida, nacido en Irará (Bahía), el 7 de octubre de 1973, se convirtió en el primer portero extranjero en la meta del AC Milán en una final de Copa de Europa, desde que Narciso Soldán fuera el arquero italiano del equipo en 1958 contra el Real Madrid.
Sin posibilidad de demostrar sus condiciones en el Mundial-2002 debido a las preferencias de Luiz Felipe Scolari por Marcos, Dida se ha convertido en un héroe en un país de gran tradición en arqueros, como es Italia.
Hora de la revancha
La revancha de Dida llegó además después de muchos sinsabores en Milán y sin saber si iba a jugar la final, debido a una lesión en un tendón de la mano izquierda, ocurrida el 10 de mayo, en Brescia, por lo que hasta finales de la semana pasada no tenía claro si iba a poder jugar la final.
Christian Abiatti, su suplente, había jugado los últimos partidos y no lo había hecho mal.
Pero Dida participó en toda la Liga de Campeones y Carlo Ancelotti, el técnico milanista, consideró que le correspondía el derecho de defender la meta en la final. Su actuación en Manchester pone fin a los casi dos años de sinsabores en Milán de este cuidavallas de 196 centímetros de altura.
El 19 de septiembre de 2000, cuando el Milán iba empatando en Leeds (0-0), en la Liga de Campeones, Dida encajó un gol ridículo en el minuto 88 marcado por Lee Bowyer. Las críticas fueron despiadadas.
Poco después, estalló el escándalo de los pasaportes en Italia y Dida, que poseía un falso documento portugués, recibió una suspensión de un año, que fue reducida a cinco meses en apelación. Incluso, el pasado mes de abril fue condenado a una pequeña pena de prisión, en suspenso.
Por eso, tras el triunfo en Milán, buscó la mirada de su mujer Lucía, en la tribuna. Campeón de la Copa América en 1999 y tres veces mejor guardameta en su país cuando defendió los colores de Vitoria de Bahía y Cruzeiro, su revancha en Europa había llegado.
“Es una sensación muy bonita y quiero disfrutar de este momento”, señaló tras su triunfo en Manchester, el héroe inesperado.