El autobús de la Selección Nacional ingresó ayer con un notorio retraso a la rampa del aeropuerto Juan Santamaría.
La salida rumbo a Vancouver, Canadá, estaba prevista para las ocho de la mañana, pero el arribo a la terminal aérea se produjo unos 20 minutos después de la hora señalada.
Jorge Luis Pinto fue el primero en bajar por la escalinata de la unidad. Elegantemente vestido, el estratega nacional recorrió con prisa los pocos metros sobre la acera hasta la puerta de ingreso y se limitó a decir: “Lo siento, estamos cortos de tiempo. Ojalá que tengamos la suerte de volver a hacer las cosas tan bien como nos resultaron anoche”.
De inmediato, sin detener su tránsito, el técnico entró por esa puerta que solo es posible surcar con un pasaporte en la mano y se perdió en la distancia de un largo corredor.
Detrás de él, sus pupilos. La satisfacción se reflejaba en todos los rostros. Parecían dueños de un optimismo sin estridencias, a raíz de la goleada de la noche anterior sobre Guatemala, 5 a 0.
“Aquí vemos a Paulo Wanchope que dio muy pocas declaraciones a la prensa”, comentó al aire la joven periodista de un medio radiofónico. “Son pocas, porque no tengo tiempo”, alcanzó a responder, con un tono de disculpa, el espigado goleador.
Después de abrazar y besar a su pequeño hijo, Dyan, Andy Herron invocó al Creador. “Solo Dios sabe lo que tiene para uno. Me debo a Él y me siento tranquilo”.
Contratiempo
Además de las ausencias obligadas de Rolando Fonseca y de Álvaro Saborío, por lesión; de Wálter Centeno, por acumulación de tarjetas; de Mauricio Wright y de Alexánder Castro, por decisión técnica, un problema con una pensión alimentaria le impidió viajar a Harold Wallace. Por esa razón, en su lugar lo hará, precisamente, Alexánder Castro.
Según comunicó José Joaquín Aguilar, presidente de la Comisión de Selecciones, la decisión se tomó en vista de que el siguiente vuelo saldrá hoy muy temprano, lo que impediría que Wallace solucione a tiempo su dificultad.
También trascendió, extraoficialmente, que Jorge Luis Pinto había mostrado un gran disgusto por la situación de Wallace.
Antes de la llegada de nuestra representación, entró el bus que transportó a la Selección Nacional de Guatemala.
Sus integrantes bajaron con calma y atendieron los pocos requerimientos de un sector de la prensa costarricense.
“¿Durmió bien?”, le consultaron a Ramón Maradiaga.
“Por supuesto. Analizaré esta derrota y nos prepararemos para enfrentar a Honduras”, dijo Primitivo , y se despidió cortésmente.
Se fue la Tricolor. Quedó el ambiente propio de un aeropuerto.
Besos, abrazos, lágrimas; las promesas de siempre y esa inevitable nostalgia que sobreviene con el ritual de cada adiós.