
¿Qué ha hecho usted por amor? Quizá, de inmediato, se le vino a la mente ese hermoso recuerdo o, ante la pregunta, hizo una pausa para pensar en la locura que hizo por el ser amado… o, ¿por qué no?, por el equipo de sus amores.
En este Día del Amor y la Amistad, La Nación, a través de su canal de WhatsApp de Saprissa (para unirse, puede hacerlo en este enlace), les preguntó a los seguidores morados: ¿Qué es lo más loco que han hecho por amor a Saprissa?
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Las respuestas fueron variadas. Desde aquel muchacho que, hace 20 años —recuerda que fue en 2005—, prácticamente no dormía para ver a Saprissa jugar en el Mundial de Clubes y, después, sin haber pegado la oreja a la almohada, debía ir a clases en el colegio.
Eso lo contó Esteban Fonseca, quien escribió para recordar aquellas desveladas: “Qué buenos recuerdos, nunca se olvidarán”, dijo, al mencionar lo más loco que hizo por amor a Saprissa.
Pero si lo de Esteban fue una locura, lean lo que envió en un correo electrónico Paola Cárdenas.
“Me pinté media cara de blanco y la otra mitad de morado; también hice lo mismo con mi cabello. ¡Ja, ja, ja! Llevaba blusa morada, pantalón morado, un zapato morado y el otro blanco. Después, el cabello se me cayó. Por cierto, hoy en día mi cabello es ralito, tengo poco. Eso lo hice cuando tenía 19 años, ahora tengo 38. ¡Qué loquera la mía! Pero me veía preciosa”, contó Paola.
Uno de los usuarios del canal de WhatsApp de La Nación Saprissa, quien se identificó como “Tú como tan muchacho”, recordó que celebró en la cara de sus familiares alajuelenses.
“Lo más loco que hice por Saprissa fue celebrar frente a toda mi familia manuda, restregarles la camisa en la cara y luego salir a gritar a la calle con mis compas: ¡Viva Saprissa!”.
Maikel Vado estaba ansioso por ir a ver al cuadro morado en el Estadio Ricardo Saprissa. Nunca había ido al reducto tibaseño, solo fue una vez y nunca más regresó. ¿Qué pasó?
“Asistí al estadio por primera y única vez cuando Saprissa perdió el campeonato contra Herediano. Íbamos perdiendo 2-0 en el partido de ida y, aun así, fui al estadio. Viajé desde Cuajiniquil de La Cruz, Guanacaste, más de 200 kilómetros, para ver perder a Saprissa 3-0 en el Ricardo Saprissa Aymá”, relató Maikel Vado.
Leandro Valverde, de Pérez Zeledón, contó que, cuando los partidos son a las 8 p.m. y ha ido a ver a Saprissa, después del juego debe caminar para regresar a su casa.
“Cuando termina el encuentro no hay servicio de autobuses y me tocó caminar 10 kilómetros. Llegué a la casa pasada la medianoche”, narró Valverde.

José David Víquez escribió que viajó a ver a Saprissa fuera del país y la experiencia se le complicó mucho. No dio detalles de lo sucedido, pero, sin duda, pasó algunos apuros.
Yulian Cascante Chinchilla envió su correo para contar cómo se deshizo de algo preciado solo para ir al estadio.
“Lo más loco que he hecho por nuestro Monstruo es que, para un clásico, mi papá y yo no teníamos entradas. Mi papá es morado a muerte, hasta el último día de su vida, se lo juro. Vendí mi PlayStation 5 para tener plata para los boletos”, narró Yulian, aunque no dijo si la venta valió la pena, si Saprissa ganó o si debió salir de la Cueva morada con el dolor de la derrota.
En este Día del Amor y la Amistad, el corazón palpita más fuerte, el sentimiento se hace enorme y el cariño se da a la esposa, a un hijo, a los hermanos, a la novia… a todos. Y también, por supuesto, al equipo. En este caso, al Deportivo Saprissa.

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