Anchorage (Alaska. EE. UU.). El 16 de junio, con 11 amigos nueve estadounidenses, un finlandés y un singapurense, comenzaré una batalla contra el destino: Llegar a la cima del monte McKinley.
Más del 60 por ciento de los que lo han intentado fracasaron, razón por la cual esta montaña, llamada también Denali que en voz indígena significa La Alta, representa un reto para todo escalador en el mundo.
Varios son los elementos que hacen que mi aventura, la primera de un costarricense en el McKinley, sea complicada. A diferencia de otros grandes macizos del planeta, como Everest, Aconcagua o Kilimanjaro, en el Denali no hay ayudantes ni animales que lleven la carga, por lo que cada persona debe transportar un salveque de 55 libras y jalar trineos de entre 30 y 50 libras.
Iniciaré el recorrido en Talkeetna, donde abordaré una pequeña avioneta que utiliza esquíes para aterrizar en el glaciar Kahiltna. Ahí, en la Base de Campo, empieza la culminación del sueño de dos años que llevo en esta aventura.
Considerada como la montaña más fría del mundo, debido a la altura y ubicación justo al sur del círculo ártico (63° 04í grados norte), el McKinley es la montaña más alta de Norte y Centroamérica, con sus 6.194 metros sobre el nivel del mar.
Además, es catalogada la inclinación más vertical del planeta, pues se inicia a los cero metros sobre el nivel del mar.
Su clima ártico, la altitud y el peligro de aludes y de grietas ocultas ( crevasses ), la convierten en la montaña más peligrosa de los Tres Grandes Picos de la cordillera de Alaska, junto con los montes Foraker y Hunter.
Planificación
Desde que llegué a Alaska, en julio de 1999, en compañía de mi novio Timo Tammisto (el finlandés), empecé los preparativos para esta expedición.
En diciembre de ese año, ya teníamos contratado a nuestro guía y poco a poco compramos todo el equipo necesario para la aventura ártica.
Al mismo tiempo realizamos el arduo entrenamiento. De lunes a viernes, alternamos pesas en el gimnasio con trote a temperaturas muy bajas. También subimos cuestas con cargas de 45 a 55 libras.
Durante un fin de semana esquiamos, en otro escalamos y acampamos, mientras llevamos cursos de entrenamiento.
Además, nos informamos sobre qué hacer en caso de aludes, cómo viajar sobre glaciares y cómo acampar en invierno.
El objetivo del estricto régimen de entrenamiento es mejorar la condición aeróbica y ganar fuerza en las piernas y en la espalda para llevar una mochila con 55 libras.
Todo lo anterior mejora la habilidad para soportar el frío y las bajas temperaturas. Pero lo más importante es reforzar la habilidad mental, la actitud y la disciplina.
Muchas veces, durante el entrenamiento, lloré del miedo que sentía, pero lo he superado gracias al apoyo de Timo. Además, las maravillas naturales a nuestro alrededor son una fuente permanente de inspiración.
Montañas cubiertas de nieve, bahías con ballenas Beluga, águilas y osos grizzley son parte del paisaje. Por cierto, para evitar ser atacados por los osos, ponemos en los salveques unas campanitas que suenan a cada paso, pues el ruido los ahuyenta.
A la cima
El ascenso es muy lento. Debido a las grandes cargas sobre nuestras espaldas y al intenso frío, se requiere llevar una parte de nuestras cosas a un sitio, bajar al punto inicial, dormir allí, desarmar el campamento y luego subir de nuevo al lugar de avanzada. Esa será nuestra constante hasta llegar a la cima.
En esta época del año contamos con aproximadamente 20 horas de luz, por lo que subiremos en la noche para evitar que las condiciones de la nieve se deterioren con el sol. Dormiremos durante el día.
Si hace buen tiempo, la idea es culminar la travesía en 17 días, pero este período se extenderá conforme encontremos dificultades, especialmente por las constantes tormentas que nos obligarán a permanecer en las tiendas de campaña por varios días o semanas.
En Margarita , mi inseparable salveque, junto a ropa e implementos, llevo mucha fe y deseos de cumplir mi cita con los cielos.
Producción de Harold Leandro Camacho, redactor de La Nación
Muy personal
Nombre: Laura Gabriela Vargas Mora.
Fecha y lugar de nacimiento: 7 de marzo de 1972, en la Clínica Santa Rita de San José.
Familia: José Joaquín Vargas Álvarez y Ligia María Mora Esquivel, padres; Adriana Vargas (13 años) y José J. Vargas (27 años), hermanos, Marcela von Breyman, cuñada.
Mejores amigos: Gabriela Font, José Pablo Chaves, Jean Pierre Fournier y Antonio Facio.
Domicilio: Anchorage, Alaska, desde julio de 1999.
Profesión: Consultora de empresas electrónicas, estrategia y efectividad organizacional.
Educación:
Colegio Lincoln, San José, Costa Rica, en mayo de 1989. Bachilleratos en economía y desarrollo económico y cambio social en Clark University Massachusetts, USA, 1993.
Maestría en Administración de Empresas en Babson College, Massachusetts, USA, 1998.
Lo que extraño de Costa Rica: A mi familia, especialmente a mi hermanita. Las playas y las verdes montañas.
Mi salveque: Se llama Margarita en honor a mis dos abuelitas, dos mujeres muy fuertes.
Mi bandera:
En Navidad, mis amigos Hugh y Wendy Tatlock me regalaron una bandera de Costa Rica. Con mucho orgullo la llevo, pues será la primera de mi país en el McKinley.
Miembros de la expedición: Somos once personas, dos de ellas mujeres.