Río de Janeiro. La séptima edición de los Juegos Suramericanos, que ayer quedaron clausurados después de once días de competición en Brasil, marca un punto de inflexión en la historia de este evento.
Pese a que las estrellas de estos Juegos aún no tienen un nombre reconocido en el panorama internacional o a que su repercusión diste mucho de la que alcanzan unos Panamericanos y por supuesto unos Olímpicos, la edición de 2002 ha significado un cambio en muchos aspectos.
La premura de tiempo con que fue preparado este acontecimiento -tras la renuncia de Córdoba (Argentina) y la decisión de la Organización Deportiva Suramericana (Odesur) de no celebrarlo en Colombia- no fue óbice para que el Comité Olímpico Brasileño lo organizase con esmero.
Cuatro sedes, separadas entre sí por miles de kilómetros, fueron el reto resuelto por el Comité Organizador con magníficos resultados. La cobertura informativa de estos Juegos, frecuente quebradero de cabeza para los periodistas en ediciones anteriores, se tornó una normalidad.
Su departamento de prensa contó con 45 personas -entre redactores, fotógrafos e informáticos- para dar noticia de todo cuanto aconteciese en las cuatro sedes, Río de Janeiro, Sao Paulo, Belén y Curitiba.
Dieciséis horas de trabajo diario permitieron que los periodistas, habituales damnificados en otros eventos, trabajasen en condiciones excelentes.
El escaparate de los Suramericanos sirvió para exhibir las bondades de Río de Janeiro como candidata a los Panamericanos de 2007, para los que compite con San Antonio (Texas) en una decisión que se tomará a finales de este mes en México.
Su laboratorio, el único de América del Sur, fue reconocido por el Comité Olímpico Internacional y ayer sirvió para ofrecer el primer caso de dopaje de estos Juegos, el de la atleta Eliane Cardozo, vencedora de los 1.500 metros y que fue desposeída de su medalla por dar positivo de estanozolol.
Brasil 2002 significó la entrada del fútbol sala en un programa polideportivo regido por la disciplina olímpica. En Cuenca'98 este deporte apareció como exhibición pero no con las reglas FIFA que incluyó la recién clausurada edición.
La selección anfitriona no quiso dejar escapar la oportunidad de pedir la inclusión del fútbol sala en los Juegos Olímpicos y lo reivindicó de la mejor forma posible, con una magnífica demostración de calidad y técnica y, por supuesto, con goles.
Su título conseguido en la final ante Argentina vino a resumir la esencia de estos Juegos, ya que este país se vio derrotado en el medallero general por primera vez en la existencia de estos Juegos.
La delegación argentina siempre ocupó el liderato y, de hecho, comanda la tabla histórica con 1.270 medallas a las que debe añadir las 245 conquistadas en Brasil frente a las 330 del anfitrión (146 de oro).
Pero el triunfo de Brasil no debe hacer olvidar el extraordinario papel de la representación de Venezuela, que fue segunda en el medallero general, con 228 -de las cuales 95 fueron doradas-, y animó la competición en muchos aspectos.
Desde el primer día sus representantes pusieron las cosas muy difíciles a Brasil pero incluso cuando la distancia con los locales comenzó a aumentar, Venezuela demostró un poderío espectacular en disciplinas como la halterofilia, la lucha o el boxeo.
Nombres como los de la patinadora argentina Andrea González, la tiradora chilena Denisse Van Lamoen, la gimnasta brasileña Daniele Hypólito, el gimnasta venezolano José Fuentes o el regatista brasileño Sebastián Cuattrin quedaron inscritos como las grandes figuras de estos Juegos.
La edición de 2006 aún no tiene sede, pero ya hubo interés por parte de varios países -Perú, Bolivia, Chile, Panamá y Brasil de nuevo- en su organización, si bien hasta noviembre no se presentarán las candidaturas oficiales.
Edición periodística: Gerardo González y Juan Fernando Lara . Fuente: agencias.