
Atenas (Grecia). El seleccionado brasileño de voleibol masculino conquistó ayer la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas, marcando el inicio de un ciclo rico en victorias.
Los brasileños alcanzaron el bicampeonato olímpico tras hincar a la fuerte selección de Italia, 3 sets a 1, en el estadio de la Paz y la Amistad en la capital griega.
Con ello suman un lauro más al título de campeones mundiales, ganadores de la Copa del Mundo y tricampeones de la Liga Mundial.
Esto hace que la selección suramericana sea la dueña de la cuádruple corona.
En el 2002 ganaron el Campeonato del Mundo, un año después la Copa Mundial, y en el 2004 la Liga Mundial y el título olímpico.
Brasil había conquistado su primera medalla de voleibol masculino en Barcelona 92.
Dos jugadores de aquel equipo, el armador Mauricio y el atacante Giovane, lograron la hazaña de volver a colgarse la medalla dorada 12 años más tarde en la capital griega.
Desde el inicio de los Juegos de Atenas, la selección de Giba, Nalbert, Ricardo y compañía era apuntada como el equipo a ser vencido por quien tuviera aspiraciones de llevarse el oro.
También era consenso que semejante tarea sería extremadamente difícil para cualquiera.
En la capital griega, la selección brasileña mostró que se encuentra un paso adelante con relación a los otros equipos.
Su sistema mezcla un equilibrio entre ataque y defensa, más dosis generosas de garra y velocidad que superan a cualquiera.
En otro nivel
Tras la victoria sobre Estados Unidos en la semifinal, el entrenador norteamericano, Doug Beal, definió al rival con precisión.
“Brasil juega a una velocidad diferente de todos los equipos del mundo. Pasamos el partido adivinando lo que ellos harían”, dijo.
En la final Italia fue un adversario digno y difícil, mas todos los argumentos que puso en la cancha no fueron suficientes para evitar la derrota.
Mientras que Brasil, con su medalla de oro, mostró que es el mejor equipo de la actualidad, la selección de Serbia y Montenegro, eliminada en los cuartos de final, parece indicar el fin de un ciclo que se extendió casi una década.
Es la primera vez en nueve años que la generación de los hermanos Grbic –Nikola y Vladimir–, que llegó a su apogeo con el oro en los Juegos de Sidney 2000, quedó fuera de semifinales en un evento de primer nivel.
La explicación para ese proceso debe buscarse en el progresivo envejecimiento de los pilares fundamentales del equipo.