San Rafael de Alajuela. Sus goles son de una factura suicida. Igual se zambulle entre dos defensas rivales para concretar de cabeza y enderezar a la red, a escasos centímetros del suelo, o bien rezaga enemigos, en ruta al gol, sufriendo codazos, tirones y puntapiés.
Adrián Andrés Mahía no se dobla ante el rival. Espoleado por su convicción goleadora, arremete en la línea del fondo contraria como un tractor, llevándose con técnica --unas veces-- o fuerza --otras-- a todo aquello que lo separe de los mecates.
La semana pasada estampó su trazo goleador en la red cinco veces. Su ojo del tigre para la anotación lo sufrieron, por partida doble, el Motagua de Honduras --dos el lunes-- y el Alianza de El Salvador --tres el viernes-- en el torneo Grandes de Centroamérica, cuyo Grupo 1 ganaron los morados.
"Esta semana hice cinco goles, pero, aunque me embargó una gran dicha, lo importante es que el equipo sumó.
El mérito es del grupo, porque sin su ayuda y empuje el balón nunca ingresaría a la red", dijo con humildad ayer.
En el torneo local, debutó en la red ante Cartaginés y luego sacudió los mecates de Belén y Pérez Zeledón.
Su fama goleadora no distingue rivales. El famoso René Higuita padeció la obsesión de Mahía por los mecates, pues lo venció en la final de la Copa Interamericana.
Esa noche, a Higuita, a la sazón portero del Nacional de Medellín --fue expulsado la semana pasada del equipo por indisciplina-- no le quedó más remedio que ir a buscar la pelota al fondo de su cabaña, impulsada por el argentino.
Bam Bam, como se le conoce a Mahía en el futbol mexicano, reconoce que no es un futbolista muy técnico, debilidad que compensa con otras facultades.
"Sé que me falta un poco de técnica, pero compenso eso con mi entrega; le voy a todos los balones con los ojos abiertos, no le temo al choque. Recuerdo que en una ocasión jugando para Toros Neza ante las Chivas de Guadalajara, en México, pegué con el portero y me desmonté la clavícula", recordó el ariete.
Sobre sus metas, Bam Bam apuntó que desea obtener el título del torneo Grandes de Centroámerica, así como "dar la vuelta" --salir campeón-- con el Saprissa.
Futbol aéreo
Entre sus credenciales, Mahía atesora como principal arma el remate de cabeza. Posee muchas cualidades, pues golpea muy bien la pelota con la frente, la coronilla o los costados.
Ya desde sus inicios en la provincia de Córdoba, en Argentina, empezó a granjearse la fama de peligroso hombre de área, gracias a sus frecuentes goles de cabeza.
"A pesar de no tener la estatura propia de un cabeceador, pues apenas mido 1,74 metros, salto sin problemas y pienso que ahí esta el secreto. Muchas veces uno pesca una pelota arriba porque salto milésimas de segundo antes que el defensor", manifestó el argentino.
Ante la solicitud de sus admiradores, que ayer le pedían un autógrafo mientras participaba en los actos de colocación de la primera piedra de la ciudad deportiva Ricardo Saprissa, en San Rafael de Alajuela, Mahía exhibió su don de gentes. "Sé que Dios me trajo a esta tierra para hacer feliz a mucha gente. No me considero figura. Vivo agradecido con el trato que me brindan los aficionados. Esto apenas comienza y Saprissa se va perfilando para cosas grandes", finalizó.