Santa Cruz la Sierra (Bolivia). Al deslizar el telón de su primera Copa América, Costa Rica se encontró con una cruda realidad, su futbol está lejos de las mejores selecciones del continente.
El atrevimiento de asistir a un torneo de esta envergadura sin la preparación adecuada, se pagó caro frente a Brasil y Colombia.
Solo ante México, un equipo de nuestra área, se logró limpiar un poco la reputación del futbol tico, con un empate que nos dejó en la décima posición entre los doce participantes del certamen.
Pero no es el lugar lo que interesa, pues como dice el capitán Rónald González, en la conferencia de prensa tras la paliza que recibimos ante Brasil, "no venimos a ganar la Copa".
Los resultados de esta histórica participación en la Copa América se miden por las enseñanzas que dejan los errores.
Las fallas Para empezar, en Santa Cruz de la Sierra se demostró que el futbol costarricense está estancado.
De las gloriosas actuaciones ante Escocia y Suecia en el Mundial de Italia 90, solo quedan los recuerdos porque el país nunca supo canalizar aquella experiencia en una forma provechosa.
Aisladas buenas presentaciones de la selección, como la victoria ante México (2 a 0) en el premundial Estados Unidos 94 ó la derrota honrosa frente a Italia (0 a 1) el 11 de junio de 1994 en New Haven, fueron solo muestras de que, cuando el futbolista tico quiere, puede alcanzar actuaciones destacadas, pero la palabra proceso nunca apareció en el glosario del balompié costarricense.
Eso es precisamente lo que sufre la Tricolor en la actualidad, la ausencia de un trabajo serio y planificado.
Desde la destitución del entrenador Valdeir Badu Vieira, hasta la misma presencia en Bolivia 97, la ruta a Francia 98 ha estado llena de obstáculos que pusieron nuestros mismos dirigentes.
Que la culpa no es solo de ellos, claro está, porque también se equivocaron los jugadores, el cuerpo técnico y, por qué no, la misma prensa, que a veces hostiga para que se tomen decisiones a la ligera, sin más justificación que la defensa de intereses personales.
Son los jerarcas del futbol nacional los que deben actuar primero con la razón y no con el corazón, con medidas que aporten soluciones y no más problemas.
Y, personalmente, creo que la destitución de Horacio Cordero, acarreará más prejuicios que beneficios, porque quien venga empezará casi de cero y tendrá que ganarse la confianza de un grupo de jugadores que respalda casi en un ciento por ciento al argentino.
Hay otras razones de fondo que la asamblea de la Federación Costarricense de Fútbol -y no digo el Comité Ejecutivo porque no tiene poder de decisión- debería evaluar de inmediato.
Sin espacio El principal problema de la Selección es que el absorvente y desplanificado campeonato nacional la dejó sin el espacio que necesita para crecer.
Y, entonces, un equipo que casi no entrena junto, que se reúne pocos días antes de cada compromiso y que casi no tiene fogueos internacionales, comete los errores que se vieron sobre el césped del estadio Tahuichi Aguilera: falta de entendimiento, ausencia de juego de conjunto y futbol irregular.
La carencia de partidos ante mejores selecciones que la nuestra, limita el aprendizaje del futbolista tico y nos deja sin el necesario roce internacional.
Ya lo dijo ayer el técnico brasileño, Mario Lobo Zagallo, cuando la red mexicana Televisa le preguntó si Brasil venía bien preparado para la Copa América, y dijo que no porque un equipo como el brasileño, lleno de títulos y figuras, requiere, según su concepto, 15 ó 20 partidos clase A (entre selecciones mayores) como preparación para un torneo de este tipo.
Y la carga desorganizada de encuentros en Costa Rica termina por minar la capacidad física de los futbolistas. Un ejemplo es la situación de los jugadores que militan en los clubes grandes -la gran mayoría de los seleccionados- y que virtualmente saldrán del avión a la cancha de entrenamiento para enfrentar las semifinales del Campeonato.
Definitivamente la Copa América nos desnudó y dejó al descubierto los errores de una organización futbolística que no parece encaminada a clasificarnos para el Mundial de Francia 98.