"Déjenme boxear y les juro que nunca cogeré ningún vicio. No fumaré, ni tomaré licor. Si me permiten hacer deporte, me dedicaré por completo a esta disciplina... se los prometo".
La propuesta de Emilio Castrillo Duarte, en la década del 30, tuvo eco en su madre, María de Jesús, y sirvió de ejemplo a muchas generaciones que admiraron su exitosa trayectoria y agresividad en un ring, así como su grandeza para brindar consejos, establecer amigos y ser humilde en todo instante.
El Campeón Caballero, como lo bautizó la prensa que lo siguió a todas partes, murió el pasado domingo, a las 10:10 p. m., como consecuencia un problema hepático. Tenía 80 años y residía en el barrio Los Angeles.
La historia lo reconoce como uno de los mejores pugilistas de todos los tiempos en Costa Rica, donde sobresalió por su nobleza en todo momento. "Nunca me reí del público, ni me burlé de un rival", dijo en reiteradas entrevistas.
A Castrillo, nacido el 14 de enero de 1918, en Puntarenas, lo inspiraron las postales de boxeadores y beisbolistas que aparecían en las cajetillas de cigarrillos Liberty, entre las que estaban las de los célebres campeones mundiales, Jack Johnson y Jess Willard.
Comenzó a pelear en 1934 y permaneció 20 años en el ring, hasta 1954, cuando perdió por decisión con George Cox, según publico la extinta revista Triunfo en 1984.
La prensa, el público y sus amigos le rogaron que se mantuviera activo, pero la decisión fue inquebrantable: no quería seguir golpeando al prójimo.
Púgil con casta
Combatió en los pesos mosca, pluma, gallo, ligero y welter. La primera alegría como debutante fue ganar a Juan Balaz el campeonato nacional ligero y, desde 1936, fue la figura central de las veladas en el famoso Teatro Keith.
Dos años después, en 1938, peleó en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en Panamá, donde ganó la medalla de bronce. Ese mismo año se apoderó del título local welter, que conservó en 14 defensas hasta 1949.
De sus 106 combates registrados dentro de las 12 cuerdas (ganó 100, empató una y perdió cinco, según la revista Triunfo), hubo una que lo marcó para siempre y que los entendidos consideraron sorpresiva, el 14 de enero de 1945, en el cuadrilátero improvisado en el Estadio Nacional...
Su oponente, el cubano Kid Burubú, tenía 167 peleas sin perder. Pero no pudo con el tico, que lo noqueó en el primer asalto, entre ovaciones y la invasión del público. El isleño, humillado, quedó tendido en la lona. No regresó a Nueva York; su destino fue Cuba, para colgar los guantes para siempre.
"Nadie podía imaginarse que dentro de él había escondido un gran campeón de los golpes reglamentados. Pese a ser un joven callado y sumiso, detrás de esa timidez se escondía, quizá sin querer, la furia de un gladiador capaz de derribar al más fuerte...", escribió, en 1985, el periodista Rafael Angel Parra, en una biografía de su carrera, publicada en Triunfo.
Ingresó a la Galería Costarricense del Deporte, en 1970, como su integrante número 13, y eso lo llenó de orgullo hasta el último de sus días. Tras laborar en la Dirección de Deportes y el Consejo Nacional de Producción, obtuvo la jubilación hace 18 años, tiempo que dedicó para entrenar muchachos y enseñar con criterio los secretos del boxeo.
A Castrillo le sobreviven su madre, María de Jesús, quien acaba de cumplir 100 años; Luisa Portuguez, su esposa por 59 años y hermana del exboxeador Jesús Tuzo Portuguez; sus hijos, Carmen María, Pablo Emilio y José Antonio; y sus cuatro nietos. Sus funerales se realizaron ayer, a las 2 p. m., en la Iglesia de Las Animas, y sus restos reposan en el Cementerio General.
"El tesoro de mi padre fue su ejemplo en todos los ámbitos de la vida. Mantuvo tertulias con expresidentes, pero también ayudó a levantarse a los ebrios. Un entrenador una vez me ofreció plata y ahí fue cuando me retiré, porque mi padre me enseñó a ser honesto", declaró ayer el exfutbolista José Antonio Oso Castrillo, quien actuó en Primera División entre 1973 y 1979.
La familia del boxeo está de luto. Emilio Castrillo, un grande de los cuadriláteros, caballero insigne, dejó un recuerdo imponente para la historia.