Muchos años antes del júbilo mostrado al inaugurar el estadio que fue bautizado con su nombre, don Ricardo Saprissa Aymá nunca ocultó sus temores por la construcción del coloso tibaseño.
Al excelso dirigente de futbol, que presidió al Deportivo Saprissa por un largo período entre 1948 y 1981, le parecía una quijotada intentar tener una casa propia, que no dependiera del patrocinio municipal o gubernamental.
"El Estadio Nacional es suficiente. ¿Para qué pensar en otro escenario", era su pensamiento porque le inquietaba que los gastos se elevaran mucho y el proyecto fracasara rotundamente.
Pero con el tiempo, don Ricardo cambió de criterio. Conforme se acercaba la inauguración oficial, el domingo 27 de agosto de 1972 hace 30 años, él se involucró de lleno con la iniciativa, seis meses antes del anhelado acto.
Muchos detalles hubo que corregir sobre la marcha para que el equipo morado pudiera entrenarse y jugar en su propia cancha. El costo de la construcción de la que hoy se conoce como La Cueva del Monstruo fue esa vez de ¢15 millones, según recordó el extesorero y expresidente del club, Enrique Weisleder Cidelski.
¿Cómo se reunió esa cantidad de dinero en aquella época? Para Weisleder, el motivo fue "la gran labor" que realizó la Comisión pro Estadio, que fue presidida por Rafael Ángel Ulloa.
Pero también lo atribuyó a la venta de palcos con derecho a utilizarlos por 25 años, y al esfuerzo "tenaz y realista" de la directiva.
Algo de historia
La primera idea en procura de lograr un terreno para la construcción de un campo de entrenamiento y, con el tiempo, un estadio propio surgió entre 1955 y 1956, de acuerdo con el libro Historia del Deportivo Saprissa , del periodista José Antonio Pastor.
Pero el planteamiento de Felipe Pozuelo y el empuje de Fernando Rojas no tuvo eco en la afición, que no apoyó con dinero la compra de los terrenos llamado El Cerrito , en barrio Luján.
Años después vino la resolución saprissista de comprar varios terrenos en San Juan de Tibás, San José. El 3 de agosto de 1965 se firmó dicha escritura.
El cafetal adquirido era de Lilly Quirós. Se compraron cinco manzanas cuadradas con la suma de ¢363.398, pagadas así: ¢50.000 con la firma del documento y el resto en abonos mensuales.
Vino la búsqueda de financiamiento mediante las campañas de la "vara cuadrada" y "el saco de cemento", que no dieron frutos. Pero la intervención política de Mario Echandi y Daniel Oduber, además del aporte privado, ayudaron a obtener el dinero.
En agosto del 72 se organizó al fin una cuadrangular internacional, con el Saprissa, Alajuelense, el Comunicaciones de Guatemala y el Madureira de Brasil. El certamen lo ganaron los morados, pero antes hubo un conflicto...
"El club quiso cobrarles derechos de transmisión a las radioemisoras, pero no hubo arreglo. El día de la inauguración se fue la luz y hubo quien dijo que fue un sabotaje de un locutor", recordó el exjerarca Bernardo Méndez, quien colaboró entonces con la instalación eléctrica en el coloso.
Mucha historia
Numerosas cosas han pasado desde la inauguración del estadio Saprissa, hace ya tres décadas.
El país fue testigo allí de la eliminación de Costa Rica del Mundial de Alemania 74, después de ir ganando a Honduras, 3 a 0, y de igualar 3 a 3 en forma caótica.
De igual forma disfrutó como nunca la inolvidable clasificación del seleccionado mayor a la última Copa Mundial del 2002, al conseguir en esa sede la mayor parte del puntaje para dicho boleto.
El Saprissa alcanzó en su casa 13 de sus 22 campeonatos de la Primera División, incluso cuando impuso la marca de los seis torneos seguidos entre 1972 y 1977.
Tampoco se olvida que en su estadio se alcanzó el triunfo, 2 a 1, sobre la selección mundialista de Chile, en 1974, y se perdió un galardón en el torneo superior, que la Liga le arrebató, en 1991.
Pero no todo ha sido futbol. En el Saprissa se ha concentrado toda clase de actividades religiosas, conciertos musicales, multiferias, competencias de motocross y exhibiciones de vehículos.
"El estadio no es rentable si se utilizara solo para jugar futbol. Por eso, en promedio, se organizan allí seis grandes eventos al año, que esperamos duplicar en el 2002", explicó Martín Robles, gerente de la entidad saprissista.
Agregó que cuando se cobra a una empresa, el club percibe entre 10 y 20 por ciento de la taquilla. Los alquileres del inmueble oscilan entre los ¢5 millones y ¢10 millones, aseguró Robles.
Después de 30 años de rica historia, el Saprissa espera una masiva inversión extranjera para apoyar proyectos en el estadio en los próximos diez años.