Qué bueno que el ministro de Planificación, Leonardo Garnier, nos sorprendiera ayer con un tema diferente de sus usuales defensas de la política económica del Gobierno. En un nostálgico artículo -en la sección de Foros, de La Nación- confiesa sus simpatías por Víctor Manuel y Ana Belén, el famoso dúo español que ayer debutó en el Teatro Nacional.
Cómo han pasado los años..., diría Gloria Estefan. Y cómo los recuerdos del origen de una generación que hoy lidera el país, desde los sectores público y privado, se pueden evocar a partir de la actuación de Víctor y Ana -como familiarmente los llama Garnier-, intérpretes de la canción protesta, producto de un movimiento que en los años 60 revolcó a las juventudes del mundo, las colocó en franca rebeldía y las llevó a paralizar universidades y combatir las guerras.
Entre líneas, Garnier también se refiere a su propia evolución personal -similar a la de muchos otros costarricenses-, a partir de luchas ideológicas izquierdistas. Pero, además, sus manifestaciones nos inducen a pensar que lo que nunca cambió en su generación -que es la mía porque yo también nací en el 53- fue la actitud frente a la vida: mezcla de idealismo, disimulada provocación, una pizca de romanticismo y una fuerte convicción de que la injusticia debe ser combatida y las libertades, defendidas.
Por su elevada calidad artística, en sus composiciones musicales y literarias, Víctor Manuel y Ana Belén poseen la virtud de producir disfrute y recordarnos que la guerra, el dolor y el futuro no deben sernos indiferentes, que la muerte no nos debe encontrar sin haber hecho lo suficiente... porque frustración y muerte causa enterrar un fin de siglo distinto del soñado.
Sin duda, este será un espectáculo que, con motivo del centenario del Teatro Nacional, recordarán quienes todavía sienten la sangre arder y no dudan en abrazar causas, aun a sabiendas de que se pueden perder.