Opinión

Summum ius, summa iniuria

Se requieren humildad y labor colectiva lúcida

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El máximo de literalidad y de rigor en la aplicación de la ley es el máximo daño. Así lo acuñaron los romanos, maestros de la ley y de su aplicación, hace unos dos mil años. Pero quienes, armados de ocurrencias lo miran con desprecio, ignoran que a la ley hay que acercarse con respeto y pensamiento y que, para entenderla, no bastan las buenas intenciones, por lo que terminan estrellándose con su propia autosuficiencia.








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