Espero que esto no le tome por sorpresa, como a mí. Este síndrome afecta más a los niños que a las niñas y a los jóvenes más que a los adultos A mí me afectó a los 64 años de edad. Conozco muchos adultos que lo padecen, pero no se han dado cuenta ni le prestan atención, mientras pasan la vida soportando los molestos tics y carraspeos de garganta, etc. Sin embargo, hay muchos niños y niñas que sufren verdaderos tormentos en la escuela, ya que la ignorancia de padres y maestros los deja indefensos ante la sociedad que los cuestiona.
En mi caso, solo manifesté un parpadeo, cuando estaba en la escuela y cuando me diagnosticaron, ya en la tercera edad, Síndrome de Tourette (ST), me quedé sorprendida pues no sabía lo que significaba. ¿Iba a llegar a ser peor? ¿Iba a doler? ¿Era irreversible? ¿De qué provenía? Muchas de estas preguntas no tenían una respuesta clara. Me di cuenta de que por el resto de mi vida tendría que lidiar con los tics y con las reacciones de la gente a mi alrededor.
Neurológico. En 1885, el neurólogo francés Georges Gilles de la Tourette sugirió, en un artículo en una revista, que los síntomas de este desorden neurológico eran diferentes y que se componían de tics motores y fonéticos.
Muchos médicos, al tratar a niños y niñas con ST, aseguran erróneamente que es un problema psicológico; incluso en ciertas escuelas han rechazado a estos pequeños porque sus maestras dicen que están "endemoniados", y esto sucede en el siglo XXI.
Síntomas. A veces el primer diagnóstico médico de un niño con Tourette es hiperactividad y déficit de atención ya que está en continuo movimiento. Si los tics son muy fuertes, se medican; hoy se priorizan los trastornos de conducta ligados a la enfermedad.
Tics motores: parpadeos, sacudidas de cuello, muecas faciales, enderezamiento de hombros, saltar, pegar, agacharse, agredirse a sí mismo.
Tics fonéticos: carraspeo o tos, gruñidos, olfateo, ladridos, silbidos, repetición de palabras o frases de otros, emisión de malas palabras.
Comorbilidad: dificultades de atención y concentración, impulsividad, obsesiones, hiperactividad, ataques de rabia.
Muchas veces es muy difícil controlar estos impulsos y también se tienen miedos e inseguridades. Un niño con Tourette, en el aula, representa un enorme desafío, porque su conducta impulsiva, hiperactividad y cierta torpeza motora necesitan asistencia especial. Por eso es imprescindible que los padres se acerquen a la escuela y expliquen qué les sucede, para evitar discriminación y respuestas negativas.
Para aclarar estos conceptos, el doctor Luis Diego Herrera Amiguetti, dará una charla en el Instituto Cultural de México, el miércoles 14 de junio a las 6 p. m.