Ahora que se celebró el centenario del nacimiento de Orwell, es útil volver a leer aquella utopía de 1984. Producto de la Guerra Fría, se presta a decodificación también en el 2003 y seguirá vigente en el 2084. El resultado es curioso: aparte de una certera sátira del comunismo masificado, se puede ver igualmente una advertencia artística contra esa sociedad del hipercontrol informativo que nos anuncia el TIA, del otro lado del supuesto espectro ideológico... Más allá de etiquetas políticas y simples dicotomías del bien (nosotros) frente al mal (los otros), el arte se transforma así en arma de conciencia contra la dignidad humana atropellada, a favor del derecho a la privacidad y la libertad-en-convivencia-ciudadana.
Control totalitario. Igual, con esa Granja de animales (con el título original), cuyo tema en realidad se refiere al control totalitario (de extrema izquierda entonces, pero igual de extrema derecha ahora). ¡Ojo! esa férrea imposición de mentalidades y comportamientos no sería posible si no hubiera, como la hay en esta isla tropical, una mentalidad gregaria. Es aquello de “Vicente que va adonde va la gente”, por herencia hispana, pero se refuerza con una democracia vivida como igualitarismo. ¡Peor!, como “más iguales que otros”, algunos gremios y grupos se arrojan privilegios hasta en nombre “del pueblo”.
Gracias, querido Orwell, por recordarnos que también en esta granja (la de San Pedro y la de todo el país) hace falta la rebelión.
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