Vivimos una realidad que no es armónica. Existen tantas dicotomías como pensamientos y tantos pensamientos como seres humanos. La dicotomía tampoco es única en cada mente: internamente todos poseen una lucha por subsistir, los unos, por existir, los otros, por sobresalir, los más. Dentro de este análisis, toda persona posee su propia realidad y, por lo tanto, su propia bipartición conceptual. En resumen, no podemos hablar simplemente de la afirmación o la negación porque en sí no confluyen en una.
Existen negaciones de la negación y afirmaciones de la afirmación y, si seguimos, llegamos donde no se puede arribar: al infinito. Así es la realidad del ser humano. Posee un desarrollo asintótico, y dentro de este pensamiento, lucha por sobresalir; algunos poseen la capacidad de distinguir su camino, siempre dentro de la dicotomía de su vida, y avanzan rectamente. Otros, al mejor estilo de El Príncipe , optan por avanzar reptando y el problema se manifiesta al enfrentarse ambos grupos. Generalmente, los primeros a que aludo son doctos, prudentes y la eterna seriedad de su discurso les deja impertérritos ante el encuentro.
Fruto de la aridez. Los segundos, por el contrario, detendrán su de por sí incómoda marcha, se enfrascarán en una intensa búsqueda del qué hacer en ese momento, rebuscarán en sus pequeñas mentes y al final, cansados y confundidos, fruto de la aridez de su conocimiento y por ser opuestos del contrario, se producirá la delta de Dirac y se oscurecerá cualquier signo de pensamiento lúcido. Así, tratará de iniciar una guerra. El docto permanecerá sereno, atento y su mente diestra le procurará la posición a asumir en cada paso, en cada pequeña batalla, porque para él serán pequeñas: conoce hacia dónde va, cree firmemente y con fundamento en lo que está haciendo y se mantiene en vela, porque controla su propia realidad.
El aprendiz de Maquiavelo, por la ley de la dicotomía, actuará totalmente en sentido inverso. Su impaciencia le hará perder la paz, habrá nubes en el poco conocimiento que posee su mente, tropezará al menor paso y al final, usará la única arma que los años de entrenamiento le ha dado: ofuscado ofenderá sin detenerse sin miramientos, hablará de sus dones y virtudes y con ello dirá, sin siquiera percatarse, de qué carece, sin darse cuenta que al estar dentro de la realidad, por ser esta dicotómica, le dará el triunfo al docto, quien dentro de la serenidad que no lo ha abandonado en esta lucha aparente, (porque ha sido de uno solo y, por lo tanto, sin análisis armónico), podrá continuar su marcha sin problema alguno, cual si el encuentro no se hubiese dado...
En síntesis, la realidad, al ser dicotómica, se caracteriza por la distribución que tiene valor en un punto. El docto comprenderá el alcance de esta afirmación, su opuesto dicotómico entrará en la lucha y ofuscación descritas. C’est la vie !