Ya estamos acostumbrados a que existen ciertos estándares de producción que garantizan que cada vez que se compra un bombillo será posible instalarlo en cualquier socket de la casa. También sabemos de normas y especificaciones que permiten producir o construir con garantías mínimas de seguridad. A veces cuesta que llegue la estandarización a ciertos productos nuevos como las computadoras, pero finalmente todos los productos industriales acaban ajustándose a especificaciones regionales o globales.
Toda esta normativa, herencia de la Revolución Industrial, está dando paso a una nueva concepción de la producción de bienes y servicios, que consiste en establecer procedimientos y regulaciones aprobados que den garantías mínimas de aseguramiento de la calidad, servicio al cliente o protección al medio ambiente.
Una organización internacional, suscrita por más de cien países, se encarga de emitir las normas. La certificación de las empresas respecto de esas normas está a cargo de organismos nacionales acreditados al efecto. En Costa Rica el ente certificador es INTECO, quien trabaja en asocio con AENOR, el organismo certificador español. Esto ha dado paso a la creación de una nueva profesión, la de auditor de calidad, y toda una nueva forma de enfocar cómo se organizan y cómo se hacen las cosas en la empresa. Se genera un cambio de actitud en aras de garantizar mejores servicios y productos. Las normas pretenden que haya transparencia, consistencia y relevancia en la fabricación del producto o prestación del servicio
Para otorgar la certificación, los auditores, nacionales e internacionales, examinan los registros y procedimientos de la empresa por certificar con gran rigurosidad. Para mantener la certificación, es necesario un gran compromiso de parte de la empresa en sus actividades diarias, ya que la certificación se puede perder por descuido o irrelevancia. Como todos los empeños humanos las normas no son garantía de perfección, pero el ver estampado el sello ISO en un producto o servicio sin duda inspirará más confianza a compradores y usuarios.
Empresas nacionales y el INA. En la búsqueda de esa competitividad adicional hemos visto cómo algunas empresas costarricenses han anunciado la obtención de la certificación ISO e, incluso, empresas bananeras anuncian la consecución de la norma ISO 14000, que es la que se refiere a la protección del medio ambiente. Como ya hay un mercado, no ha faltado el anuncio de empresas que ofrecen el servicio de certificación.
Lo que ha pasado desapercibido es que una institución pública de servicio, el Instituto Nacional de Aprendizaje, haya decidido certificarse con la norma ISO 9000 y que efectivamente lo haya conseguido para su sistema de acreditación, lo que constituye en la primera institución pública de formación profesional en Latinoamérica en conseguir este galardón, algo que creíamos solo posible en el sector privado.
Por haberse dado la certificación al INA en el momento de la transición de una Administración a otra y en previsión de los problemas de continuidad que podrían generarse, la vigencia otorgada a la Certificación es solo de seis meses.
Por la importancia del precedente que significa el caso del INA en materia de la calidad de los servicios de instituciones públicas y por la competitividad global añadida al país, por ser un engranaje del proceso de producción, es encomiable que las nuevas autoridades hayan apoyado el proceso. Ojalá lo mantengan más allá del período especificado y lo amplíen a otros ámbitos de la institución.