En la madrugada del 2 de agosto me dirigía a Cartago y me llevé la sorpresa de ver que las calles por donde caminaban los romeros y romeras eran un absoluto chiquero; daban asco. ¡La suciedad era increíble! Todo tipo de basura: papeles, plásticos, botellas, cajas de tetra brik , copitas plásticas, etc.
Era tal el horror por la cantidad de basura, que los carros que circulaban frente a mí (y seguro el mío también), levantaban toda la basura, que volaba por los aires.
Hace tiempo me viene mortificando la suciedad en que vive el país, cómo los ticos nos hemos vuelto verdaderamente descuidados en cuanto a la limpieza de las calles y del país en general.
¿A qué se debe que seamos tan "ensuciadores", cuando al mismo tiempo pregonamos los principios y valores ecologistas del país y pedimos a EE. UU. que nos perdone la deuda externa porque somos ejemplo de protección del ambiente?
Prepotentes ilusos. Creo que hay dos razones fundamentales: primero, nos hemos vuelto muy prepotentes en lo individual y creemos que cada uno de los ticos y ticas somos superiores, que podemos hacer lo que nos venga en gana y que todos los demás nos tienen que soportar, que solo lo mío vale y "'porta mí" el resto del mundo; segundo, vivimos un consumismo desenfrenado, que nos hace creer que cuantas más cosas tengamos (incluidos bienes transitorios de consumo) y cuanta más comida basura ingiramos, más modernos somos, más nos parecemos a la gente de los países desarrollados y más actualizados estamos.
La situación ha llegado al punto de que muchas veces he preguntado a personas en la calle: "¿Por qué ensucia, en lugar de usar los basureros?". La respuesta el 99,99% de las ocasiones es: "A usted ¿qué le importa, viejo h. p.!". O sea, " hago lo que me da la gana, y nadie se puede meter conmigo", no importa que el país se vuelva un inmenso y desagradable basurero.
¡Qué triste sacrificio ofrecimos a nuestra Patrona! ¡Qué clase de homenaje le rendimos a la Virgen de Los Ángeles!, irrespetando uno de sus máximos tesoros, la riqueza de su tierra. Volví a San José al mediodía y, con gran alegría, comprobé que ya las calles no estaban indecentes, sino tan solo puercas, porque la basura ya no estaba por todas partes sino solo por sectores.
Vecino ejemplar. ¡Qué contraste con países que algunos injustamente consideran inferiores en cultura al nuestro! Una visita mía de trabajo a Panamá coincidió con los Carnavales. Todo el mundo andaba de pachanga, de fiesta, nadie trabajaba, pero las calles estaban limpias, la gente depositaba los desechos en los basureros y, al día siguiente, cuando iba para la oficina a continuar el trabajo, a las 7 a. m., las calles estaban inmaculadas. En la madrugada, los empleados municipales habían limpiado todo y no había ni un vaso de cerveza en los pisos.
¿Qué vamos a hacer, seguiremos destrozando el país, qué propuesta de solución, de educación, no demagógica, nos ofrecen los políticos?, ¿resolverán el problema las municipalidades con sus nuevos ingresos y con la propuesta de descentralización?
Es uno de los mayores retos que tiene el país.