En Costa Rica prevalece la idea de que la correlación entre carga tributaria (CT) y crecimiento económico con equidad es positiva. Esta idea es falsa. Algunos autores han señalado que la relación entre CT y crecimiento económico es inversa después de una carga de entre un 7% y un 10% del ingreso nacional (PIB). Hasta este punto, la financiación de funciones básicas del Estado produce réditos sociales que superan los costos. Gwart-ney, Holcombe y Law- son, por su parte, concluyeron que el nivel de gasto público compatible con el máximo crecimiento económico no es superior al 15% del PIB. Y un estudio de la Heritage Foundation encontró que, durante 1975-2001, el estándar de vida de muchos países desarrollados se redujo con respecto al de EE. UU., debido al efecto negativo de la elevada carga impositiva sobre el crecimiento económico. Esta correlación negativa entre carga tributaria y avance económico no es casual; se debe tanto a los múltiples y elevados costos asociados con la recaudación tributaria como al carácter político de gran parte del gasto público. Veamos.
La verdadera carga tributaria. Según los expertos, la carga tributaria equivale a todo lo recaudado por el Gobierno a través de los distintos impuestos dividido por el PIB. Falso. La verdadera CT es mucho más que eso pues recaudar dinero a través de impuestos es sumamente oneroso. Basta con solo repasar cinco de los costos asociados con los impuestos. Veamos. 1. Costos de recaudación. Estos son todos los costos de tipo administrativo y policial en que incurre el Gobierno para operar el esquema tributario.
2. Costo de cumplimiento. Esta categoría incluye todos los gastos en que incurre la ciudadanía para cumplir con los impuestos: llevar libros, emitir, recibir y guardar facturas, contratar equipos de contabilidad, etc. James L. Payne estimó que el costo en EE. UU. de cumplir con el sistema impositivo del Gobierno federal (aparte de los impuestos mismos) es de alrededor del 7% del PIB. En Costa Rica tiene que ser mucho mayor pues algunos impuestos tienen costos de cumplimiento astronómicos, v. gr.: los timbres. ¿Cuántas personas no han tenido que recorrer el área metropolitana durante días para encontrar un timbre de ¢2? El costo de este tipo de impuestos puede llegar a ser 100 veces el monto recaudado.
3. Pérdidas de peso muerto. Al cambiar los precios relativos y estimular el uso de recursos en actividades menos productivas, los impuestos causan distorsiones económicas de alto costo. Según investigaciones económicas, los costos asociados con esas distorsiones, conocidos como pérdidas de peso muerto, superan, en EE. UU., $0,25 por dólar recaudado; pero Martin Feldstein, de Harvard, estima que esas pérdidas pueden exceder un dólar por cada dólar recaudado. En Costa Rica, el peso muerto sería aún mayor pues, a diferencia de EE. UU., aquí son importantes los impuestos que se cobran antes de que se genere la riqueza y que, por tanto, elevan inmensamente los costos de crearla. Nos referimos a impuestos al comercio internacional (aranceles) e impuestos al trabajo, entre otros (véase mi artículo al respecto: LN/26/10/01). Así, el costo de peso muerto de recaudar el 15% del PIB puede ser, conservadoramente, un 30% del PIB (total: 45%).
4. Costo de desperdicio. Esta categoría incluye todo el impuesto que paga la ciudadanía, pero que no llega al Estado. La recaudación de muchos impuestos es como sacar agua con un balde huequeado: mucha se queda de camino, v. gr.: los impuestos de ventas.
5. Costo de las regulaciones. El costo que ocasionan las regulaciones innecesarias forma parte de la verdadera CT. Chris Edwards, de Cato Institute, estima que, en EE. UU., este costo representa alrededor del 7,5% del PIB. Aquí ha de ser por lo menos el doble pues las trabas y regulaciones innecesarias son omnipresentes.
Con todo, la verdadera carga tributaria podría estar compuesta así: tributo recaudado: 15%, costo administrativo: 0,5%, costo de peso muerto: 30%, costo de cumplimiento: 12%, desperdicio: 1,5%, costo de regulaciones: 15%. Total: 74% del PIB generado. Con estos costos, los gastos del Gobierno solamente pueden aupar el crecimiento si son al menos dos veces más rentables que los gastos privados, a los cuales sustituye. Veamos lo que ocurre en la realidad.
El uso de los recursos. Una vez terminado el costosísimo proceso de recaudación fiscal, surgen las preguntas: ¿Cómo se debe gastar el dinero para alcanzar los objetivos trazados? ¿Cuánto se debe asignar a infraestructura, policía, educación, subsidios, burocracia inútil, etcétera? Existen modelos matemático-económicos que pueden indicar cómo se debe gastar hasta el último centavo para alcanzar el máximo crecimiento con equidad. Si se “corre” este modelo y luego se compara el resultado con la asignación real del Gobierno, se vería que el coeficiente de correlación (CCOR) no llega al 15 por ciento –el calce perfecto sería un CCOR del 100 por ciento–. Cuánto mayor sea el CCOR, más crecimiento habrá. Entre dos países con igual CT, uno con un CCOR del 10% y el otro con un CCOR del 70%, habría una diferencia abismal en cuanto a generación de riqueza y su distribución. Por esta razón, sería un disparate afirmar que con solo subir su CT al nivel de ciertos países ricos, Costa Rica se alejaría de la pobreza. Mientras el coeficiente de correlación sea del 10% o el 20%, aunque se incremente la CT al 900% del PIB, el país (su gente) seguiría estancado y pobre.
¿Por qué se da tanta discrepancia entre lo que indicaría el modelo y lo que hacen los gobiernos? La divergencia ocurre porque el gasto público tiene un gran componente político, mientras que la recaudación es económica. Para confirmarlo, basta con un vistazo a cinco categorías del gasto público. Veamos. 1. Gastos superfluos. Esta categoría abarca todas las erogaciones improductivas; v. gr.: la mayor parte de los gastos de los distintos ministerios y otras dependencias.
2. Gastos en programas equivocados. Como no existe una estrategia de gastos para alcanzar el crecimiento con equidad, los estados pobres suelen derrochar los recursos en programas totalmente equivocados (gastos políticos). Si dos países, iguales en todo, recaudan $1.000 millones, y el país A regala esa fortuna a ciertos empresarios en la forma de CAT, mientras que el país B, por causa del modelo, lo invierte, de buena forma, en infraestructura muy necesitada, ¿cuál de los dos tendría mayor crecimiento con equidad? ¿Cómo estaría Costa Rica si el 10% de los CAT ($100 millones) se hubiera utilizado para poner el ferrocarril a punto?
3. Gastos en actividades que no le corresponden. El modelo indicaría que, por eficiencia, sería mejor financiar muchas actividades, ahora públicas, en forma directa: educación, pensiones, infraestructura. Si un país recauda $100 millones, con un costo total a la sociedad de $500 millones, y los utiliza para dar a la sociedad una educación de tercera clase, mientras que otro deja que sean sus dueños los que compren el servicio en forma directa (con los $500 millones), ¿cuál de los dos tendría el mayor crecimiento con equidad?
4. Gastos dañinos. Son todos los gastos gubernamentales que dificultan la creación de riqueza (gastos en regulaciones, trámites y restricciones innecesarias).
Reforma fiscal. El trasladar actividades económicas del ámbito privado al público conlleva tremendas ineficiencias, tanto en la recaudación del dinero como en el gasto. De ahí que el primer paso de cualquier reforma fiscal seria consiste en identificar las actividades que definitivamente no se pueden financiar y proveer privadamente. Por eficiencia económica y equidad, todas las demás deberían ser financiadas en forma directa, privada. Durante las últimas décadas, muchos gobiernos serios (Nueva Zelanda y otros) han combinado las dos reformas: la fiscal y la del Estado. Cualquier reforma fiscal que no contemple la reforma del Estado carece de seriedad.