El lunes despegará desde Cabo Cañaveral (Florida), la nave espacial más controversial y peligrosa de la historia: el Cassini-Huygens. Su gran riesgo es la carga de 32 kilos de plutonio 238 que lleva a bordo, la cual le servirá para completar el viaje de 800 millones de millas hasta Saturno y una misión de 11 años.
Pero, estando presente lo del Challenger, ¿qué pasaría si se produce un accidente a la hora del lanzamiento? Esa es la gran duda: ¿cuántos humanos morirían al ser expuestos a esa carga radioactiva?
La NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA), que promueven este proyecto de $3.400 millones (también uno de los más caros en la historia), salieron a enfrentar los cuestionamientos. Incluso en Internet (http://www.nss.org/cyberspace/) instalaron una página para rebatir uno por uno.
Dicen que la posibilidad de que el cohete que sacará la nave de la Tierra, un Titán IV, vaya a reingresar, es menos de una en un millón. Y de ser así, reafirman los científicos, "el potencial de riesgo para la gente es muy bajo". Ojalá tengan razón, porque de los 19 lanzamientos que se han hecho con un Titán IV, uno falló en 1993.
Y luego del despegue, ¿qué? Aquí lo grave es que la humanidad estará enviando al espacio un contaminante aniquilador. Incluso, ¿en qué queda el pacto suscrito en 1966 por las Naciones Unidas para obligar a los Estados Unidos a evitar contaminación en otros planetas?
El Cassini-Huygens, con sus 4,750 libras de peso, llegará a la órbita de Saturno en julio del año 2004 y durante cuatro años estará enviando datos a la Tierra, tanto sobre el planeta de los anillos como sobre uno de sus satélites, Titán, que es tan grande como Mercurio.
La misión tiene un buen fin: la esperanza de encontrar pistas que permitan entender el origen de la vida en la Tierra. Pero, en ese afán, se está cometiendo el grave error de llevar contaminación a otros mundos. Y eso, no vale la pena. Sería mejor esperar al desarrollo de otras formas de energía.