Opinión

Pinochet, Garzón y los jueces

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Madrid. Baltasar Garzón es el juez español que ordenó la detención de Pinochet en Londres y con ello ha puesto de cabeza a ingleses, españoles y chilenos. ¿Por qué lo hizo? Probablemente, porque tiene una visón mesiánica de sí mismo y de la función de los jueces. El Mesías es el que viene a salvarnos. El que se sabe o cree llamado a jugar un papel trascendental deshaciendo entuertos, rectificando errores y corrigiendo injusticias, aunque en ello le vaya la vida. Garzón tiene algo de profeta bíblico, pero silencioso. Algo de impertinente genial a quien no le importa retar al poderoso si la causa le parece justa. Se ha enfrentado a los narcotraficantes, a las mafias, a los asesinos de ETA, a los crímenes de Estado. Se asomó a la política de la mano de Felipe González y regresó corriendo y horrorizado a la judicatura. No es un revolucionario ni un hombre de gobierno. Es un reformador social solitario que actúa con el código penal en la mano. En su primera juventud fue un radical de izquierda. Hoy es un demócrata coherente que puede sentir el mismo desprecio por Pinochet que por Castro.








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