Opinión

Persistencia de la tortura

La tortura supone la máxima perversión del ejercicio del poder

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No se limita al dolor físico, sino que busca destruir al ser humano en su integridad. Su prohibición tiene un carácter absoluto e inderogable: en ninguna circunstancia, sea en tiempo de paz o de guerra, se puede justificar o permitir el recurso a la tortura. Por ello, los estados que se precian de defender valores democráticos no pueden permitir que se toleren tales abusos o que se insinúe excepción alguna al principio de prohibición de la tortura, que constituye uno de los pilares del derecho internacional de los derechos humanos.








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