Perú se deshizo de los usurpadores después de ocho años de dictadura, nacida del autogolpe de Estado de 1992 y coronada vilmente con las elecciones últimas que colmaron la paciencia colectiva por fraudulentas y abusivas. Querer imponerse en un tercer período inconstitucional e ilegal fue el gran error de Alberto Fujimori, en buena hora cometido para revelar que el sistema era un sepulcro blanqueado o un cadáver maloliente. Bastaron 10 años para saquear al máximo al país en lo material y dañarlo a fondo en lo moral.
Poco a poco se va conociendo la profundidad del robo oficializado a que se sometió al pueblo y la generalización del narcotráfico, el cohecho, el peculado, el tráfico de influencias y los demás delitos. No se olvide que no se ha dado cuenta cabal del destino de $9.500 millones que ingresaron por privatizaciones. La última noticia, ofrecida por el exministro de Economía de Fujimori, Carlos Boloña, es que solo quedaban en caja $599 millones. Hoy, él es candidato presidencial del neofujimorismo y cuenta con algún apoyo del populismo heredado de su exjefe. Lo mismo sucede con el expresidente Allan García (1985-1999), quien pretende el cargo de nuevo en representación de los socialdemócratas apristas, sin importarle el hecho de haber sido acusado de corrupto y de privilegiarse del poder para su beneficio personal, lo que él niega.
Todo provisional. Solo la riqueza de la nación ha podido soportar estos embates y la parálisis consiguiente, resultante de que ahora, aunque opera un régimen político decente, todo es provisionalidad, que frena o disminuye las iniciativas económicas locales y foráneas y la estabilidad necesaria para cristalizar el crecimiento económico y la justicia social, necesarios para sosegar los ánimos. No se debe olvidar que el país es rico, pero el pueblo pobre, con una marginalidad social que sobrepasa el 68 por ciento, hasta la miseria extrema.
La llegada al Gobierno del presidente constitucionalista Valentín Paniagua, para presidir las elecciones del 8 de abril próximo (en las cuales pueden votar 16 millones), asistido por Javier Pérez de Cuéllar como primer ministro, ha llevado cierta esperanza a la comunidad peruana e internacional, que espera la asunción de un nuevo gobierno definitivo el 28 de julio entrante, para actuar por 5 años.
Hoy se siguen procesando, persiguiendo judicialmente y metiendo a la cárcel a generales, políticos, empresarios, intermediarios y otros aprovechados de la corrupción oficial organizada por el exasesor Vladimiro Montesinos y, obviamente, no ignorada por Fujimori; quien cayó en sus garras porque con seguridad él también se aprovechó de lo que sucedía y terminó siendo rehén del máximo corrupto.
Lo que persiste. Empero, existen todavía algunos peligros que no deben ignorar Perú ni la opinión pública internacional:
Multitud de personas y partidos aspirantes al poder. Por lo menos 17, una decena con alguna viabilidad, y solo dos o tres con posibilidades reales de triunfar.
Una posible segunda vuelta, porque se exige el 50% para ganar en la primera. No se aplica el sistema del 40%, vigente en Costa Rica gracias a la reforma constitucional que instauró Ricardo Jiménez Oreamuno en el primer tercio del siglo pasado. Varias naciones latinoamericanas habrían evitado crisis graves con esta proporcionalidad. En Perú, Alejandro Toledo va adelante en intención de voto y no llega al 35%.
Se han despertado muchas ambiciones personales de poder, poniéndose los intereses particulares por encima del destino de la sociedad, como lamentablemente sucede a menudo en nuestras naciones y partidos.
La profundidad de la crisis económica, fiscal y social. No es solo el perjuicio de la recesión, es peor: hay casi total parálisis económica, desempleo, frustración y amargura. Las grandes mayorías querrán, y pronto, respuestas reales a sus demandas. Estas pasarán del presente gobierno al entrante y serán mayores conforme transcurra el tiempo y los males no tengan curas inmediatas.
Decepción. Los peruanos han perdido mucha de su fe y padecen desesperanza. Las encuestas revelan que el 60% de los electores todavía no adelantan criterio y dicen que se definirán más adelante.