De mi amigo Horacio, noble compañero de colegio, recuerdo aquel consejo: bis repetita placent , en el sentido de que, por ejemplo un elogio, reiterado, no está nunca de más. Pero lo que se ha vuelto una verdadera plaga es esa clonación cansina en nombre de la equidad genérica. Avance supuestamente.
No ignoro que, en buena retórica, vale recalcar, a veces, como insistiendo en lo bueno para el ganso y para la gansa. Pero he aquí que buscando cuatro pies “al gato y a la gata”, en “doctas comunicaciones y doctos mensajes”, prevalece ahora la nece(si)dad de repetir todo al estilo de “estimados y estimadas amigas y amigos”, “los profesores y las profesoras”, etc. Aquel tremendo gasto en tiempo y recursos se fomenta, y como no, hasta se reglamenta en círculos universitarios dizque progresistas. Idea “inclusive”… inclusive cuando sale perfectamente sobrando y no hay ninguna intención de ofender ni de degradar a nadie. Perdón, repito para que quede más claro –es un decir– que ninguna mujer se siente y ningún hombre se siente degradado o degradada….
Por la radio universitaria y también en diversos medios se propaga esta otra influenza: aquello fatigoso de todos y todas, de las y los costarricenses, de académicos y académicas, de los y las vecinas… ¿Repentino sentimiento de aprecio, tan especial, uno para el otro, digo una para el otro o el otro para la una…? Lo políticamente correcto no puede obviar el espíritu de síntesis y de abstracción; lo bueno, si breve, dos veces bueno. Pero, disculpen, por lo y los demás y para la y los de menos… por favorcito, querido Horacio, ayúdame a resucitar su otro noble aforismo: Carpe diem , aproveche el día, expresión tan válida hoy como hace 2000 años. ¡No perdamos tiempo en este jueguito tan burdo, aburrido, para no añadir nada nuevo! Quiero disfrutar mi día con florcitas nuevas, frescas, verbales o no, aportes creativos.
Digna defensa. Para la cacareada equidad, mucho más acaba de aportar la señora Clinton, secretaria de Estado, al reprender irónicamente por machista a ese estudiante africano que le preguntaba a ella por las ideas… del marido de ella (El País, 12/08/09). Las mujeres tienen voz: ¡que hablen, que argumenten! ¡Que insistan por sus comentarios y sus actos! Son la mitad de la humanidad. Que se presenten a cuanto puesto público haya, no “porque soy mujer”, con el síndrome de la acomplejada Geraldine Ferraro de hace unos años, sino en defensa de programas, con actitudes de combate, no rogando limosna ni suplicando atención con base en esa torpe fotocopia verbal unos de otros… y otras de uno.
También en la lengua prevalecen criterios de economía provechosa frente a inflación dañina. Pero… de esos ingenuos (y, perdón, de esas ingenuas) que piensan que repitiendo a aquellas y aquellos… líbrame Señor. Dicho todo, desde luego, con el debido respeto por su merced Horacio (aquel Simpson y los otros) y por Mercedes Horacia de la Duplicación y hasta de la Trinidad…