Ahora desde la distancia, agradezco todavía al pueblo alemán la generosidad que me permitió investigar un mes en Berlín. Esta experiencia, en un país con 20% de cesantes y con tremendos retos por delante, me dio también oportunidad de reflexionar sobre los valores profundos de humanismo que debemos buscar. Los veo en dos ejes complementarios: uno transversal, histórico, otro contemporáneo, contrastivo.
Sobre el primero, en una ciudad llena de grúas y de febril actividad constructiva, felizmente no están olvidando el pasado: queda marcada la oprobiosa línea divisoria entre los dos sectores de la ciudad, surgida a raíz de la Segunda Guerra Mundial, no para restregar heridas, sino para nunca más caer -democráticamente, conste- en la trampa de Hitler.
Igual, este tablón sobre "sitios a no olvidar", con el listado de campos de exterminio. Precioso, este contraste arquitectónico entre la iglesia medio destruida en 1943 y su émulo hipermoderno a la par. Ya sé, estoy dando una nueva semántica a esa Erinnerung (el recuerdo), pero vale la pena mirar juntos ahora para adelante.
Esta Alemania, que no dejará de sorprender, tiene hondas raíces que los signos urbanos y una cultura dinámica revelan.
Plaga del 'denglish'. De lo segundo, manifiesto mi predilección por la interferencia constante que se nota entre culturas, y que aquí llaman multikulti, con énfasis en lo primero, ya no en la Kultur prepotente y unilateral impuesta con aire prusiano, como en tiempos de Bismark. La nueva canciller es del Este alemán y felizmente a todos los une un idioma histórico, el que, sin embargo, debe ser cuidado para no sucumbir a la plaga del denglish , mezcla cursi entre alemán e inglés. Hermoso es ver la paleta multicolor de muchachas y muchachos conversando alegremente en el metro.
Por lo menos en mi experiencia, no he visto guetos, autoasignados o impuestos, de extranjeros. Viviendo en un sector con gran cantidad de turcos, no he palpado signos de discriminación. ¡A construir todos!
En la residencia estudiantil donde me alojé, solo en mi piso había un serbio, un ruso, dos muchachos de Nepal y alguien de Bangladesh. junto con este flamenco errante. Supongo y espero que cada uno guarde y elabore su alma llena de prácticas culturales y espirituales regionales, pero nada de imposición a base de signos externos. En el Instituto Iberoamericano, atienden una secretaria belga, un bibliotecario camboyano (¡hermoso francés habla!), también un boliviano y un catalán, alemanes de cualquier parte, perfectamente integrados en esta nueva Fuenteovejuna: ¡todos a una!
Crisol de culturas. Europa, de un permanente campo de batalla hasta como producto de exportación, debe seguir elaborando activamente este crisol de culturas, porque la prefiguró este Erasmo "de Roterdam" por el accidente del nacimiento, pero era europeo y ciudadano del mundo por su corazón universal. Es, por de pronto, un imperativo demográfico, porque a la vista de la pirámide invertida que se observa ahora, con más viejos que jóvenes (tal como se pronostica para Costa Rica dentro de un par de décadas apenas) resulta perentorio integrar fuerzas nuevas.