Resulta oportuno que, en vísperas de los comicios (que podrían modificar las tendencias electorales prevalecientes en Costa Rica desde décadas atrás), la EUNED publicara las Memorias del expresidente Teodoro Picado, editadas por Manuel Formoso. El texto es importante, entre otras razones, porque aporta evidencia que apoya dos de las principales conclusiones avanzadas por la investigación social en la década de 1990. La primera consiste en que, pese a los esfuerzos del Gobierno y de los sectores moderados de la oposición por alcanzar acuerdos que permitieran resolver pacíficamente el conflicto político agudizado después de 1944, existía un grupo de línea dura interesado, dado su escaso respaldo electoral, en polarizar al máximo la confrontación con el fin de propiciar una ruptura del orden constitucional.
La segunda conclusión se refiere al resultado de los comicios de 1948: dadas las irregularidades atribuibles al Registro Electoral y al primer Tribunal Nacional Electoral, parece claro que ya no se debe afirmar, fuera de toda duda, que la oposición ganó la votación presidencial. Los datos disponibles, pese a sus limitaciones, apoyan fuertemente el reclamo que hicieran calderonistas y comunistas, en el sentido de que miles de sus partidarios no lograron sufragar; y es obvio ahora que varios miles de votos simplemente no fueron considerados a la hora de emitir el dictamen correspondiente sobre el resultado de esa elección.
Silencios notorios. Hay, sin embargo, dos silencios notorios en dichas Memorias . Por un lado, Picado no se refiere a qué ocurrió con el Tribunal Nacional Electoral una vez que sus miembros propietarios renunciaron, ni a cómo se desarrolló el proceso para nombrar un segundo tribunal, ni a los dictámenes sobre las elecciones para el Congreso que emitió dicho órgano. Y por otro lado, el expresidente, aunque en distintas ocasiones alude a los comicios diputadiles, en ningún momento comenta el sorprendente resultado "dividido" de 1948: mientras en la elección presidencial la oposición supuestamente aventajó a calderonistas y comunistas por más de 10.000 votos, en la de diputados la diferencia a favor de estos dos últimos grupos osciló, según los datos disponibles, entre 4.000 y 12.000 sufragios.
Las razones por las cuales Picado no examinó esos temas pueden ser objeto de una discusión posterior; mientras tanto, sus Memorias , más allá de su interés académico, le ofrecen a la Costa Rica actual una ocasión privilegiada para explorar, desde dentro, la dinámica política que condujo a la guerra civil de 1948 y analizar cómo los políticos de entonces resolvieron el conflicto entre sus intereses particulares y su compromiso con los principios democráticos. Ojalá que la sociedad costarricense aproveche esta ocasión para revisar su pasado electoral y que tal ejercicio la ayude a enfrentar mejor los serios desafíos institucionales que, según las encuestas, podrían derivarse del resultado de las elecciones del 2002.