En una de las principales intersecciones del sector de La Uruca, algunas adolescentes otrora niñas que vendían dulces y chucherías a los conductores, al llegar a la pubertad, decidieron, con sumo ingenio (o aconsejadas por algún pícaro proxeneta), practicar lo que ellas mismas llaman "las peladitas".
¿En que consiste? Al detenerse los conductores por el semáforo, se acercan a la ventana del auto, acompañadas por otro jovencito y ofrecen al conductor si está de acuerdo y paga el importe que la muchachita citada se levante la blusa con el acompañante como mampara y muestre sus juveniles senos durante unos segundos, al final de los cuales todos se retiran satisfechos.
Esta práctica recién comienza, pero debemos erradicarla antes de que se generalice y sean muchas más las jovencitas que encuentren en el nuevo servicio una forma de ganarse la vida, que las llevará, tarde o temprano, a un abismo mucho más profundo que el de una inocente "peladita".
Con "las peladitas" no solo las niñas de los semáforos exhiben sus partes íntimas, sino toda la sociedad, en forma pública, está dejando que se exhiban al mundo entero sus grandes deficiencias en el manejo responsable de la infancia, pues "las peladitas" no son menos que una modalidad de prostitución infantil, en la que todos los que contribuyan saciando su morbosidad se vuelven cómplices del problema principal.
Sociedad civil y Estado deben unirse para suspender está práctica de inmediato, con soluciones integrales que ayuden a estas niñas literalmente a "salir de las calles".