¿Cómo decir lo que no puede decirse?, ¿cómo expresar lo inexpresable, la felicidad absoluta y total, lo que se escapa de las palabras? Con un grito, por supuesto.
Ese grito inhumano, que viene del corazón de la selva interior un alarido animal, es lo que nos hace más humanos y nos hermana en un sentimiento tribal de sentirnos felices a pesar de las limitaciones reales.
En cualquier lengua decir que se es la madre de algo es invocar lo superlativo, lo sagrado, la máxima expresión de un acontecimiento. Sadam Husein describió su confrontación con Occidente como "la madre de todas las batallas". Para la mayoría de los pueblos no puede haber nada más grande.
Como todo héroe, Tarzán nació dos veces: al mismo tiempo es hijo de una madre humana y de las bestias, del aprendizaje y del instinto.
¿Qué nos quiere decir el mito de este superhombre el atleta moderno que es mitad dios y mitad mono? Es el triunfo de la inteligencia sobre la jungla, la fuerza bruta domesticada por la razón.
Creerse Tarzán es el dominio de las proezas deportivas: confiar que la tenacidad y el sacrificio bien orientados son capaces de convertir en héroes a los simples mortales.
Sentirse la mamá de Tarzán es ir más allá, es un asunto de milagros: sentir que se puede volar por los aires, tocar el cielo con las manos y vencer al destino. Yo creo que eso fue lo que nos quiso decir Guima .