Es oportuna la proyección de La lengua de la mariposa en el momento que vive Costa Rica, cuando un respetable sector de la ciudadanía manifiesta disconformidad a través del abstencionismo electoral. No ha faltado quien, insatisfecho con el estado de cosas, comente acerca de la necesidad de "un hombre fuerte" que disuelva el orden e imponga los correctivos. La historia reciente de la Argentina de los militares, del Chile de Pinochet, del Perú de Fujimori y de la Venezuela de Chávez, y un poco más lejana la de la Alemania de Hitler, de la Italia de Mussolini, de la España de Franco o de la Unión Soviética de Stalin, pareciera bastar para comprender que las dictaduras del signo que sean exigen dos formas de tributo: la sumisión o la muerte. En tanto el régimen democrático y republicano siga siendo la mejor forma conocida de gobernar, en función de la libertad de cada ser humano, no podemos caer en la simpleza de anhelar un dictador.
Para poder votar. No debemos olvidar la Guerra Civil de 1948, en la que compatriotas de distintas tendencias políticas se enfrentaron, y muchos murieron, para que hoy podamos ejercer una parte de la libertad: elegir a los gobernantes. No interesa el color político de quienes cayeron en los campos de batalla, pues en muchos casos chocaron padre contra hijo, hermano contra hermano o primo contra primo; solo debe importar el rojo de la sangre costarricense, derramada para que hoy podamos votar. Abstenerse de ejercer el sufragio sería devaluar el sacrificio de quienes dieron la vida por nosotros.
Está claro que nunca nos convencerán completamente las alternativas políticas, y siempre habrá por qué luchar institucionalmente más allá de las elecciones, pero no traicionemos a los muertos del 48 dejando de votar. En los últimos 53 años nos hemos distinguido, en medio de una Latinoamérica inestable, por ser un pueblo capaz de vivir sin ejército, con vocación democrática y dedicado a resolver sus problemas por las vías del derecho. Nuestra "isla del tesoro" es admirada por unos y envidiada por muchos; no la dejemos perder. Quienes disfrutamos de La lengua de la mariposa , no olvidaremos a Gorrión rezagado en su carrera y haciendo lo que no quería.