El 20 de marzo de 1856 evoca uno de los momentos estelares de la historia patria: la Batalla de Santa Rosa; la que libraron y glorificaron casi 500 costarricenses dirigidos, en dos columnas, por el comandante Lorenzo Salazar y por el capitán José María Gutiérrez.
Es el símbolo, aquella batalla de 14 minutos, de la derrota de los filibusteros en el territorio nacional; fue el inicio de su aniquilamiento y expulsión de Centroamérica a cargo del Ejército Nacional dirigido por el general José María Cañas Gutiérrez, jefe militar de todas las tropas centroamericanas que también participaron en la campaña contra los filibusteros, junto al presidente Juan Rafael Mora y su hermano Joaquín, todos héroes nacionales.
La casona de la hacienda Santa Rosa evoca, como símbolo o monumento nacional, el asiento de nuestra soberanía e independencia.
La casona de Santa Rosa fue declarada monumento nacional en 1966 y parque nacional, de bosque seco el más importante de Centroamérica, en 1971.
La casona ha sufrido un incendio y ha quedado dañada. El fuego afectó las instalaciones del monumento histórico, destruyó los objetos que de la época se guardaban como patrimonio nacional.
Patrimonio histórico. El edificio que se quemó es la segunda construcción. La primera fue la existente durante los días de la Batalla de Santa Rosa. Ambas construcciones eran muy parecidas. El doctor Manuel J. Barrios Guerra demolió y reconstruyó la casona original y ofreció, después, al Gobierno la casa con todos sus muebles y objetos, que constituían parte del monumento histórico que recordamos en honor a los héroes del 56. La casona era patrimonio histórico, cultural y arquitectónico.
La casona, a unos 300 metros sobre el nivel del mar, en una de las estribaciones del cerro Santa Rosa, sobre una base de piedra porosa y una gradiente, daba la sensación de que tenía dos niveles o pisos. Tenía unos 40 metros de frente por 30 de fondo y comprendía tres salones grandes y espaciosos.
Se ingresaba a la casona por nueve gradas o escalones, paralelos a la pared y adheridos a la base de este a oeste. De ahí se pasaba a un corredor de 23 metros de largo por 3,15 de ancho, construido de calicanto y ladrillo. El corredor original no tenía baranda, la que se puso con horcones de 17 x 17 cm, mochados, en las esquinas.
Sensación de altar. Desde el lado norte de la casona se observaban otras instalaciones, parte de la hacienda, independientes de la edificación principal: la caballeriza, el campamento de peones, la casa del administrador, una cocina, un oratorio o capilla y corrales. El oratorio, de 3 por 4 metros, con una altura en el frente de 2,40 metros y al fondo de 3,28, daba la sensación de un altar.
Hacia el norte, siguiendo la capilla, estaba la bodega, que servía para almacenar víveres, también pequeña, de 4,20 por 3 metros.
La cocina era larga, de unos 10 por 3,20 metros de fondo, con un fogón de relleno, de 3,20 metros de largo por 1,55 de ancho y 0,85 de altura.
Los dos corrales irregulares, de piedras de río, están a 51,70 metros de distancia de la casona, comunicados entre sí al centro, pero independizados por una tranquera. Un corral tiene 1.932 metros cuadrados y el otro es de 1.889 metros cuadrados. La longitud del muro de piedra de los corrales es de 308 metros.
Este es el conjunto de edificaciones que han sido afectadas por el incendio.
Podemos y debemos reconstruir el monumento nacional de Santa Rosa. Es uno de los símbolos de nuestra identidad nacional y costarricense.