Quiero hacer algunos comentarios acerca del pasado artículo de mi colega y amigo Royé Muñoz Zamora en Foro.
Doy gracias a Dios por haber podido estudiar medicina en la Universidad de Costa Rica de los años 60. El estudio preparatorio y extenso de la Historia, la Filosofía y la Sociología, así como de las ciencias puras y naturales nos permitió comprender mejor al ser humano y a los resultados de su quehacer mental y físico. Se debe entender que el producto de la ciencia es más la predictibilidad que la verdad y que muchas más cosas hay entre cielo y tierra de las que podamos imaginar, basados en nuestros escasos conocimientos.
El ojo humano es una maravilla: una esfera imperfecta, poco más grande que una canica, nos permite observar, directamente, el estado de dos de las tres capas embrionarias fundamentales del ser humano, de las que deriva todo su cuerpo: ectodermo y mesodermo. Observando el ojo podemos inferir el estado en que está el sistema vascular y el tejido nervioso de la persona. Podemos hacer, temprana y acertadamente, diagnósticos precisos de diabetes mellitus e hipertensión arterial, por mencionar solo dos cosas. Y en muchas ocasiones, valorando el espacio visual que abarca una persona, podemos decirle a un neurólogo, sin necesidad de un TAC u otro de los exámenes ultramodernos, exactamente dónde un enfermo tiene una lesión en el cerebro.
No se enseñan. Aunque, lastimosamente, muchos conocimientos relacionados con el ser humano, sano y enfermo, no se enseñan todavía en muchas escuelas de Medicina, esto no quiere decir que no existan, ni que existan y sean falsos, ni siquiera que no sean “científicos”, ya que la ciencia no solo se relaciona con las escuelas de Medicina.
El iris constituye otra maravilla mayor porque, precisamente, no es solo una membrana coloreada y contráctil sino que, en él y en su camino hacia el cerebro, se hacen sinapsis (conexiones entre filamentos nerviosos) que llevan información del estado de cada uno de los órganos y glándulas del cuerpo; con el microscopio electrónico se han llegado a ver miles de ellas. Y como los “recados” utilizan mensajeros químicos, estos producen cambios en el tejido del iris. Además, como todo en el sistema nervioso, el orden o “sistematización” con que aparecen estas sinapsis es tan estricto que permite hacer observaciones relacionadas con lugares exactos del cuerpo.
La cuidadosa observación del iris permite dos cosas principales: 1. Dependiendo del tipo y localización de las marcas o “dibujos” que, como dice Royé, “son particulares de cada individuo y no cambian durante toda la vida”, y del estado general del tejido del iris, se puede inferir la constitución de los órganos; es decir, las fortalezas y debilidades que, por herencia genética, le fueron transmitidas a una persona. 2. Dependiendo del tipo y localización de marcas que aparecen y desaparecen en el tiempo, se pueden inferir trastornos (inflamaciones, degeneraciones) en los órganos y glándulas.
Otrora abominables. Desde 1992, cuando el Gobierno de EE. UU. creó el Centro Nacional para las Medicinas Alternativas y Complementarias, como uno de los focos mundiales de investigación médica (Institutos Nacionales de Salud), se han ido incluyendo en el campo médico disciplinas que los médicos solíamos abominar. La llamada iridología todavía no se ha incluido, pero sí es objeto de investigación cuidadosa. Ya han aparecido algunas publicaciones, resultado de esas investigaciones; un ejemplo se relaciona con la predisposición que una persona pueda tener a padecer del corazón.
No me gusta polemizar. Sí me interesa que no se engañe a los consumidores (“enfermos”) ni en un sentido ni en otro. Invito a los lectores a visitar en Internet el sitio: www.nlm.nih.gov/nccam/camonpubmed.html donde pueden encontrar, de buena fuente, lo que se va publicando en relación con muchos aportes nuevos a la medicina.