En un artículo en El País , de España, José Saramago, premio Nobel de Literatura, acusa a Israel de haberse convertido en un Goliat con helicópteros y tanques después de ser un David con hondas y piedras. Aunque desdeña la historia bíblica, llamándola "verdades míticas", Saramago se contradice al apoyar sus afirmaciones precisamente en lo que más ha caracterizado la lucha de supervivencia de Israel en Oriente Medio: la lucha de David contra Goliat.
Desde los atentados del 11 de setiembre, Saramago nos dijo que Dios el factor Dios era culpable de la tragedia. Ese intolerante que animaliza al hombre, ese amenazante y acusador Dios fue el que instigó, planificó y bendijo a los que ejecutaron el atroz hecho. Y hoy, congruente con su prédica, el señor Saramago reedita su tesis ante la terrible vendetta que protagonizan israelíes y palestinos, pero esta vez no es Dios el responsable, es Israel, su pueblo, que ha invertido el "mito" de David y Goliat.
Necia negación. Me parece más que casual el paralelismo entre el antisemitismo declarado de Saramago y el antisemitismo no reconocido pero promovido por Nietzsche. Ambos niegan neciamente la evidencia histórica. Nietzsche alegó que el apóstol Pablo había "manipulado" la historia de Israel, y Saramago afirma que la historia de David y su lucha contra Goliat es fruto de las "fábrica de fantasías". A este paso no me extrañaría que dudara de las novelas de Kafka. Supongo también que, en cuanto a literatura oriental, prefiere Las mil y una noches ya que han de satisfacer más su oído literario la sensualidad de esas historietas que a su razón las verdades bíblicas, custodiadas por infinidad de evidencias de todo tipo, incluida su extraña negación de la historicidad de las Escrituras. El tono del señor Saramago parece contener una reprimenda a los judíos: "Vosotros no escarmentáis", parece decir su texto en una referencia a Auschwitz. Y a la verdad es un verdadero alivio que crea en Auschwitz y en el Holocausto. ¡Cuidado! ¿No habrán estos judíos, más imaginativos que Scherazade, urdido también lo del antisemitismo hitleriano? ¡Si es que existió Hitler!
Además, es de muy mal gusto que Saramago hurgonee en el dolor del pueblo hebreo al ensayar con neronianas pretensiones que Israel persigue infligir tanto dolor como el que ha recibido mientras busca que se le justifique por ello. Como bien señala Reyes Mate, profesor de investigación español, no hay punto de comparación entre el Auschwitz clandestino y los territorios ocupados por Israel con sus más de 1.300 periodistas acreditados. En Auschwitz el antisemitismo llegó a su máxima expresión, sigue diciendo Mate, "iniciado por los misioneros cristianos del siglo IV, cuando decían a los judíos 'no podéis vivir entre nosotros como judíos' [les imponían la conversión] lo que evolucionó a un 'no podéis vivir con nosotros' hasta llegar a los extremos del horror con los nazis con su tétrico 'no podéis vivir'".
Compulsivos temores. Por esto, encuentro más racionales los ensayos de Carlos Alberto Montaner o de Mario Vargas Llosa, cada uno más consecuente con sus conocidas posiciones en torno al conflicto de Oriente Medio, que los compulsivos temores de Saramago de que Israel, su Dios, sus profetas y sus discípulos, nos están tomando el pelo con sus manipulaciones de la historia. Así es que el señor Saramago, luego de negar la historia, se nos viene con su fabulario, victimizando a los palestinos cuando son ellos, junto con todos sus "hermanos" árabes, los que han manifestado sin remilgos que el mayor gozo de su vida, ¡Alá aqbar!, será ver al sionismo desaparecer en el Mediterráneo. ¡Y ya lo han intentado con todas sus fuerzas! Lo cierto es que David y Goliat existieron y su historia no es historia que se repite, sino profecía que se cumple, pues la palabra de Dios es viva y nos ha llegado en forma de salmo o en forma de poesía o en forma de historia. Y este es otro tema con el que no importunaré a don José, que, si no cree en la historia bíblica, menos creerá en la profecía que encierra, aunque esta se esté cumpliendo ante sus propias narices.