El mundo de Sofía, del profesor de filosofía noruego Jostein Gaarder, es uno de los libros de mayor éxito en los últimos años. Gaardar logra exponer y comentar aquí las principales ideas de los pensadores más notables de la humanidad, desde Tales de Mileto hasta Jean Paul Sartre.
Cubriendo una temática tan extensa, es natural que el libro conduzca al lector a innumerables reflexiones. Sin embargo, hay una que despertó en mí un interés particular. Gaarder plantea que Darwin, Marx y Freud forman un trío especial. Los tres pertenecen a una corriente naturalista que surgió durante la segunda mitad del siglo XIX, la cual consideró a la humanidad como parte de la naturaleza. El trabajo de Marx ha sido vinculado con el de Darwin, en el sentido de que Darwin descubrió la evolución orgánica y Marx la evolución histórica. Por su parte, Freud dijo que la teoría de Darwin y la suya, sobre el psicoanálisis, fueron recibidas como una afrenta al egoísmo ingenuo de la humanidad.
Tres gigantes. La unión de estos tres gigantes en una categoría me agradó, porque por primera vez no veía a Darwin entre biólogos, ni a Marx entre economistas o comunistas, ni a Freud entre psicólogos. Así pude ver a estos tres hombres dedicando su vida a investigar y desarrollar disciplinas relacionadas con aspectos vitales de la vida humana: el biológico, el económico y el psíquico.
A través de los siglos, la humanidad ha luchado por combatir las debilidades biológicas. El desarrollo de la medicina ha logrado, incluso, que quienes nacen con ciertos problemas congénitos tengan posibilidad de sobrevivir. La mayoría de los gobiernos aceptaron, desde hace años, que este aspecto es prioritario. La lucha por salvar vidas continúa. Prueba de eso es el aumento en la esperanza de vida al nacer observada en todos los países del mundo.
Tomó más tiempo y discusión, aceptar que las personas debían luchar por conseguir fortaleza económica. Sin embargo, entendida de distintas maneras y lograda en distinta medida, las naciones se han preocupado por combatir la pobreza extrema. En algunos países existe, incluso, un seguro contra el desempleo. Sus ciudadanos tienen posibilidad de contar con un sustento mínimo, vivienda y servicios médicos básicos. De esta forma, en esos países, la fortaleza económica dejó de ser requisito para sobrevivir.
En cambio, respecto al aspecto psíquico, la humanidad está en pañales. La necesidad de atender la salud psíquica, a nivel individual y social, no ha sido reconocida aún. Por salud psíquica no me refiero solo al tratamiento de casos graves, sino, también, a la atención de problemas más leves pero muy generalizados, como el "stress", los miedos, los complejos, las inseguridades y la depresión. La falta de fortaleza psíquica es igualmente dolorosa y dañina en niños, jóvenes y adultos, porque pierden orientación y estabilidad emocional. Si estos padecimientos no se controlan oportunamente, tienden a convertirse en problemas serios.
Fortaleza psíquica. Muchos factores amenazan ahora nuestra psique. Menciono dos de los más importantes. Primero, nada permanece constante y los cambios se suceden cada vez con mayor rapidez, lo cual nos obliga a desarrollar capacidad de adaptación. Segundo, todos los días debemos tomar una gran cantidad de decisiones para seleccionar y procesar gran cantidad de información que recibimos. Si bien la humanidad ha logrado bastante confort, a nivel psíquico la vida se ha vuelto más compleja.
En el plano laboral, el avance tecnológico modifica permanentemente la actividad del trabajador, e incluso, llega a eliminar empleos. La actualización es un requisito para profesionales, técnicos y obreros, quienes, además, pueden verse en la necesidad de cambiar de ocupación porque su actividad desaparece.
En el plano familiar, la lista es larga: el número de hijos se reduce, la madre sale a trabajar, la pareja se separa. Como consecuencia, los patrones de conducta se transforman y resultan difusos.
Otro de los cambios más relevantes para el ser humano es que su vida se prolonga. Debe prever que ya no vive sesenta años, sino que puede vivir ochenta o más.
Por eso, posiblemente, uno de los principales retos para la humanidad, en el futuro, será la lucha por alcanzar fortaleza psíquica. ¿Por qué estamos en pañales en este aspecto? Una razón podría ser que el conocimiento acumulado hasta hoy sobre la psique es limitado y no sabemos cómo fortalecerla. Otra razón podría ser que, en realidad, preferimos ignorarla.
Pero, ¿qué sentido tendría continuar la lucha por prolongar la vida humana hasta los cien años si no aprendemos a manejar la angustia?