
Durante muchos años, las vacunas han sido un pilar fundamental en la prevención de enfermedades, especialmente en la población pediátrica. Gracias a ellas, patologías como la poliomielitis, la difteria, el tétanos, el sarampión, las paperas y la rubéola prácticamente han desaparecido. También fuimos testigos de cómo la incidencia de meningitis y otras infecciones invasoras se redujo de manera significativa con la introducción de las vacunas contra Haemophilus influenzae y Streptococcus pneumoniae.
Sin embargo, el país ha quedado rezagado en la vacunación de adolescentes y adultos. Las inmunizaciones contra S. pneumoniae, el virus de la influenza, el virus respiratorio sincitial, el coronavirus y el herpes zóster son esenciales para esta población, pero aún no figuran en el esquema básico de inmunización para adultos. Resulta evidente la necesidad de transformar las políticas de vacunación en este grupo etario, con el fin de prevenir enfermedades respiratorias graves y afecciones dolorosas como las causadas por el herpes zóster.
Llama la atención que el gobierno actual no haya establecido directrices claras para que las personas adultas se beneficien de vacunas que ya han sido aprobadas e incorporadas en los esquemas de inmunización de países desarrollados. Los programas de vacunación representan una de las mejores inversiones en salud pública, y hoy, no están restringidos únicamente a la pediatría, ya que la evidencia científica respalda su efectividad también en adultos.
Por ello, es indispensable que el Ministerio de Salud, en conjunto con el Ministerio de Hacienda, estudie la incorporación de estas vacunas en el esquema básico de inmunización para adultos y, al igual que ocurre con la población infantil, se analice de manera rigurosa el impacto de su aplicación.
Costa Rica ha sido un referente latinoamericano en esquemas de vacunación pediátrica. Mantener ese liderazgo es fundamental, pero también lo es avanzar y convertirnos en un ejemplo regional en la inmunización de personas adultas.
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Adriano Arguedas Mohs es médico infectólogo pediatra.