En un artículo anterior, me referí al tema de la enseñanza gratuita y una de las personas que me escribió comentando y apoyando fue Claudio Mora, estudiante de la UCR, quien con anterioridad había escrito 2 artículos en este diario, sobre el mismo tema, alertando de la inequidad del sistema de admisión desde un punto de vista de justicia social.
Nos reunimos a conversar y me sorprendió gratamente su alto grado de madurez y sensibilidad social. Me dejó copia de sus artículos y también de otro estudiante de la UCR, Alejandro Rivera, quien también abordó el asunto en términos críticos parecidos, y con un perfil también orientado hacia la crítica por la injusticia social existente.
Ambos estudiantes coinciden en afirmar, lo que ya muchos saben: que está ingresando a las universidades públicas una proporción mucho mayor de estudiantes provenientes de colegios privados, que son los de familias de más recursos, en desmedro de los de los liceos públicos, de menos recursos, lo cual, aunque justificado con base en el método de escogencia por méritos de estudios, deja fuera del sistema educativo universitario público a la mayoría de los estudiantes pobres.
Falla democrática. Estos, al no tener capacidad para pagar estudios en una institución privada, se quedan sin posibilidades de estudios superiores, y, por ende, limitados a superarse y ascender económica y socialmente; todo lo cual es una falla en una democracia social, como la de Costa Rica, y en particular, es una verruga en la imagen de las universidades públicas, cuya misión establece: “el logro del bien común, la justicia social, la igualdad de oportunidades' sin discriminación de ninguna especie”.
Calidad de la enseñanza secundaria: Según cifras citadas por el estudiante Alejandro Rivera en su artículo, en los últimos 6 años, solo han ingresado a la UCR el 20% de los estudiantes de colegios públicos que han aplicado, vs. el 40% de los privados. Esta diferencia es, sin duda, consecuencia de la mayor calidad de la enseñanza privada, lo cual se evidencia en los exámenes de admisión, aprobados por el 82% de los estudiantes egresados de colegios privados, vs. el 58% de los públicos, según cifras citadas por Claudio Mora, y publicadas en LaNación en su edición del 13/04/08, se nota también en los promedios de notas, superiores los de los privados, aunque en menor proporción, (12%).
Preguntas claves. Cabe preguntarse: ¿por qué si la proporción en la aprobación de los exámenes de admisión es 1,4 veces mayor para los privados respecto a los públicos, la de los que ingresan es 2 veces mayor para los privados que para los públicos? En otras palabras, ¿por qué ingresan menos estudiantes pobres, que los de ese mismo estrato que aprueban los exámenes de admisión?
Una posible respuesta es la diferencia en las notas, pero la estadística dice que solo es del 12%, lo cual no es tan significativo como para que la diferencia se eleve de 1,4 a 2,0.
¿Que se puede hacer ante este círculo vicioso de injusticia social, aparentemente justificado por un sistema de admisión basado en méritos? ¿Es racional y conveniente dejar a un lado esta racionalidad meritocrática, y sustituirla por otra de pura justicia social? ¿Es posible combinar en forma realista, méritos con equidad social. Creemos que sí!
Meritocracia y justicia. En mi artículo anterior, yo propuse un sistema meritocrático con justicia social, del cual quiero reiterar lo que pienso sigue siendo válido, y agregar otros criterios a ser considerados:
1-Todo estudiante destacado debe tener ingreso asegurado en la universidad del Estado de su escogencia, asumiendo una calificación no menor al 90% de la nota que obtenga, pero los provenientes de colegios privados deben pagar según la capacidad de pago de sus padres, o al menos deben pagar una suma razonable, semejante a la que pagaban en los colegios donde estudiaron sus hijos, y los pobres de este segmento, además de no pagar ,deben tener becas garantizadas, similares, o mejores a las que ya existen.
2-Todo estudiante que apruebe los requisitos de admisión, tiene ingreso a la universidad, sujeto a las limitaciones de cupo y de presupuesto, pero con las siguientes salvedades.
Se dará preferencia a los de colegios públicos, cuya nota esté en el rango de 85-90%. Los de los privados en ese mismo rango, tendrán derecho a cupo, si quedan plazas vacantes, después de aplicar el criterio anterior. De esta manera, se utiliza un método en el que, sin desmedro de méritos por pequeñas diferencias, los estudiantes de origen público, se vean beneficiados.
3-Para los estudiantes con calificaciones entre el mínimo requerido y el 85% de la nota, se hará por sorteo sin importar si la calificación es mayor, o menor, con lo cual todos tienen igual oportunidad.
Proposición. En adición a lo anterior y tomando en cuenta que es irreal esperar a corto plazo, una mejora cualitativa en la calidad de la enseñanza pública secundaria, que la coloque en igual, o mejor nivel que la privada, debido a falencias del sistema, tales como infraestructura física, y calidad docente, que no se pueden mejorar en forma sustancial en lo inmediato, por limitaciones presupuestarias y humanas, hago la siguiente proposición: que se planifiquen, organicen y ejecuten, en todos los liceos y colegios públicos, programas de capacitación, con suficiente anticipación, de buena calidad y duración, para mejorar el nivel de preparación de los estudiantes de undécimo año, para los exámenes de admisión a las universidades públicas.
Simultáneamente, se debe continuar con los programas de elevación de la calidad de la enseñanza en los colegios públicos. El objetivo es mejorar la justicia social en la educación pública superior, sin menoscabo de la calidad de la enseñanza, basada en un sistema de méritos. ¡Así lo creo!