Dar la vida por un ideal de libertad en tierra ajena, pero para nada extraña, llamada Italia: tal fue el sino glorioso de un compatriota casi olvidado injustamente. Se llamaba Carlos Luis Collado Martínez (1919-1944) y encontró la muerte a poco de graduarse como médico en la Universidad de Bolonia, famosa por ser una de las primeras existentes en Europa.
¿Qué circunstancias se dieron para que su vida fuera segada tan prematuramente, cuando ya cumplía su sueño y podría haber vuelto plenamente realizado a su lejana y apacible Costa Rica? Vayamos atrás: Collado, como tantos ticos, completó su educación en dos instituciones josefinas: la Escuela Buenaventura Corrales y, más tarde, adolescente, en el Liceo de Costa Rica.
Eran los tiempos dorados de la educación pública: tanto los hogares más encopetados como los más humildes enviaban a sus retoños a esas aulas, verdaderos crisoles de democracia y valores solidarios.
Estudios superiores. Al obtener su bachillerato, y atraído por los estudios médicos, el joven parte, lleno de entusiasmo, hacia Bolonia, en cuya universidad se matricula (1938). Son tiempos difíciles: el fascismo, liderado por Benito Mussolini, gobierna en Italia desde hace 16 años con mano dura. Toda oposición política ha sido aplastada y soplan vientos de guerra desde el norte, donde Hitler ya tiene todo preparado para arrasar Europa. Y Mussolini –soberbio, ambicioso, engreído– sueña con emular al líder nazi en sus conquistas, si bien Italia no está preparada, ni entonces ni después, para la guerra que se avecina. Finalmente, en 1940, Mussolini, con Francia ya vencida por Alemania, no puede contenerse e imprudentemente, en busca de botín, hace que Il Bel Paese se precipite en el infierno de la guerra.
En tanto, el brillante estudiante de medicina conquista todos los lauros académicos con sus excelente notas y se gradúa con honores en 1944. A estas alturas, Italia está desangrada: se ha pasado al bando aliado, si bien al norte subsiste un gobierno títere encabezado por Mussolini y sostenido por las tropas nazis. Estas y las milicias fascistas siembran el terror entre la población civil, que tiene en los partisanos o guerrilleros su más eficaz defensor.
Partisano y mártir. Poco después, su profesor y consejero, el brillante médico Armando Businco, ligado al antifascismo, es detenido por las autoridades. Esto, unido a su repulsión por todo lo que representa el nazi-fascismo, lo impulsa a ingresar en una brigada partisana como médico, primeramente, y como líder luego. El 10 de octubre de 1944 es apresado en combate por un destacamento de las SS. Tanto él como sus compañeros (seis italianos y seis rusos) son llevados a un pueblo cercano a Bolonia, Casalecchio di Reno (CdR), donde se les ata con alambre de púas en torno al cuello en sendos postes, de pie. Luego son golpeados salvajemente en las piernas para que los cuerpos caigan por gravedad, con lo que el alambre de púas cause la muerte por un lento y atroz estrangulamiento. Los criminales ejecutores de la sentencia, en lo que se conoce como la Masacre de CdR, nunca fueron castigados después de la guerra.
Cada 10 de octubre, la Universidad de Bolonia conmemora la muerte de este heroico paladín de la libertad.
Hay además en CdR un monumento que honra a los 13 mártires, así como una calle con el nombre de Carlos Collado. El año pasado, con la presencia del embajador de Costa Rica, don Jaime Feinzaig, se dedicó un parque a la memoria de nuestro héroe común y con el nombre de nuestro país.
Propuesta. Es de esperar que este 10 de octubre, al cumplirse los 70 años del sacrificio de este compatriota ejemplar, su gesta no pase inadvertida por el pueblo y las autoridades. Como sugerencia, la señora alcaldesa de San José, doña Sandra García, podría impulsar que la calle que pasa al costado norte de la Embajada de Italia, en Los Yoses, entre el edificio y la carretera a San Pedro, llevara el nombre de Carlos Luis Collado Martínez. Sería, al mismo tiempo, un homenaje a la amistad entre dos pueblos tradicionalmente amigos y cercanos en sus ideales en pro de la paz y la justicia universales.