Se supone que salen de sus diminutos tenderetes a luchar contra el crimen organizado y otro no tan organizado, a defender a los ciudadanos que se lo merecen y a celar en busca de delincuentes que se aprovechan de los más justos, vulnerables y sosegados.
Pues no estoy tan seguro de si la Fuerza Pública hizo exactamente eso el lunes anterior, cuando me encaminaba con mis amigos… mejor en voz baja (para que los formalistas y dogmáticos de las leyes u otras tantas cosas “inquebrantables” no se les pare la peluca ) con unas cervezas en la mano… a sentarnos en un poyito del barrio donde vivimos, cuando, de repente, cual Júpiter tonante, dos policías que paseaban por ahí en su carro último modelo nos visitaron para aguarnos nuestro espectáculo de charlas (que como elitistas estudiantes universitarios y profesionales, realizamos todos los lunes al aire libre de nuestro barrio), porque se supone que la fúrica ley dice que no se puede tomar en vía pública.
Eso, sencillamente, es cierto, pero, ¿trascendental? Pienso que no, creo que no interesa, ni les debería interesar a tan “atareados” policías que, haciendo alarde de su poder o simplemente porque la pillería se durmió temprano ese día (eran las 9:00 p. m.), se quedaron casi una hora viéndonos a ver si abríamos una lata.
En nuestro alicaído país, con esta ola de fríos asesinatos, fáciles robos, perversas violaciones, torpes colisiones, heridos de bala, cómodos traspasos de aspavientos de mano a mano en cada esquina del país, pleitos, violencia intrafamiliar, homicidios, suicidios, se entiende que el día lunes eso era secundario a la par del sonido de nuestras latas al ser destapadas.
Ahora, salta la siguiente pregunta, ¿quién insultó más las lógicas leyes de Costa Rica?
¿Nosotros con la “vulgaridad” de llevar a cuestas unas cuantas cervezas, o la Fuerza Pública que perdió una valiosa hora de su tiempo en nosotros, simplemente viéndonos, cual niños de escuela peleando por ver si infringíamos la ley de una manera desgarradora, cuando todas las cosas arriba mencionadas ciertamente pasan, minuto a minuto, en nuestras calles, pero parece no importar?
En ese sentido, es una lástima en un país que necesita policías que impidan crímenes y correteen ladronzuelos, hasta les faltan el respeto a la lógica de su trabajo, al pragmatismo que nos insta a buscar lo significativo en el ambiente que nos rodea y la objetividad de lo que la vida trata.
La Policía se debería encargar de cuidarnos a nosotros y no de reprimirnos por el simple hecho de ser jóvenes y tratar de vivir la vida un poquito.
Creo que nos lo merecemos por no hacerle daño a nadie.
Un aplauso a la Policía, pero al revés, por destacarse tanto en el cumplimiento de su importante labor.