
FIRMAS PRESS.- El presidente Donald Trump ha decidido extender su guerra cultural, esta vez contra los museos del Smithsonian, una magna institución en Washington que es motivo de orgullo para los norteamericanos e inspira admiración al mundo entero.
Tuve oportunidad de visitar los museos del Smithsonian, una institución establecida en 1846 con fondos de la herencia del científico británico James Smithson. Confieso que en mi visita quedé deslumbrado.
El Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana me conmovió profundamente: recorrer su exposición, desde la esclavitud hasta el presente, es un viaje penoso pero necesario para tener una visión abarcadora del pasado de la nación.
En contraste, el Museo del Aire y el Espacio me llenó de asombro. Ver de cerca el módulo del Apolo 11 –el primer vehículo espacial que llegó a la Luna, el 20 de julio de 1969– es sentir la grandeza del ingenio humano.
Precisamente el reconocimiento honesto de las sombras de la historia nacional junto con la celebración de los logros del país es lo que hace del Smithsonian un reflejo auténtico y admirable de Estados Unidos.
Pero Trump acusa al Smithsonian de estar “fuera de control” por resaltar, según dice, los aspectos negativos de la historia de Estados Unidos, entre ellos la esclavitud. A través de su red Truth Social, el mandatario ordenó a sus abogados revisar los contenidos de las instituciones culturales más prestigiosas del país. Su propósito declarado es corregir narrativas “divisivas e ideológicas” y reemplazarlas por una versión que exalte lo que él considera que deben ser los ideales de la nación.
El Smithsonian, símbolo de la cultura y la historia de Estados Unidos, se convierte en una nueva palestra de la guerra cultural en la que Trump está empeñado.
No hay que restarle importancia a esta cruzada ideológica desde la Casa Blanca. Al pretender que los museos “corrijan” sus narrativas y eviten mostrar aspectos negativos de la historia nacional, quiere transformar los espacios dedicados a la historia y a la memoria colectiva en vitrinas de propaganda política. Lo que está en juego no es la decoración de una sala o el tono de una exposición, sino la independencia cultural de instituciones que preservan y muestran la identidad de la nación, con sus luces y sus sombras.
Los museos tienen esa misión: preservar la historia en toda su complejidad y de una manera objetiva. Y la historia abarca tanto los logros más extraordinarios y los movimientos sociales más nobles, como las tragedias y las injusticias. Negar el horrendo pasado de esclavitud y racismo en Estados Unidos, o reducirlo a una nota al pie, es pretender ignorar una parte fundamental de la identidad nacional. La historia no existe para halagar al poder, sino para confrontarlo con la verdad.
Trump insiste en que mostrar las injusticias divide al país. Pero lo cierto es lo contrario: lo que divide es ocultar esas heridas, porque sin reconocimiento, no puede haber reconciliación. La grandeza de una nación no radica en ocultar sus fallas, sino en el valor con que las enfrenta, las corrige y las supera.
Si el Smithsonian cede a la presión de la Casa Blanca, se sentaría un precedente peligroso: que la interpretación de la historia depende de los deseos del mandatario de turno. Hoy Trump exige ignorar o maquillar la crónica de la esclavitud; mañana podría ser la guerra de Vietnam, la lucha contra la discriminación racial, el aporte de los inmigrantes a la nación o la crisis del clima. La cultura no puede ser un rehén de la política.
Los museos tienen una misión irrenunciable: educar, iluminar, y también incomodar si es necesario. Recordar la esclavitud no es un ataque a Estados Unidos, sino un acto de honestidad con su pasado. Ignorar ese penoso y largo episodio no es patriotismo: es manipulación ideológica de lo sucedido.
Trump puede tratar de silenciar o reescribir la historia. Pero la historia, como la verdad, siempre encuentra la forma de abrirse paso y salir a la luz.
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Andrés Hernández Alende es un escritor y periodista radicado en Miami. Sus novelas más recientes son 'El ocaso' y 'La espada macedonia‘, publicadas por Mundiediciones.