Pocos titulares han sido tan escandalosos y peligrosos como la afirmación de que 14.000 niños palestinos han muerto en Gaza
Escuchar
PorMichal Gur-Aryeh
En semanas recientesse han publicado en los medios una serie de titulares como los siguientes: “Cómo la desinformación alimenta el conflicto en Gaza”, “La guerra de las cifras: verdad, propaganda y la crisis en Gaza”, “Entre la compasión y la mentira: la manipulación del dolor infantil”, “Cuando los números mienten: el uso político del sufrimiento en Gaza”, “Una sola muerte ya en sí misma es una tragedia”, “Narrativas tóxicas: el papel de los medios y la ONU en la demonización de Israel en el campo de batalla de la opinión pública”, “Las cifras matan más que las balas”.
Pero pocos han sido tan escandalosos y peligrosos como la afirmación de que 14.000 niños palestinos han muerto en Gaza. Esta cifra, repetida hasta el hartazgo por medios, activistas y políticos, no es un hecho verificado por Naciones Unidas, aunque así se haya presentado. Es una proyección matemática basada en estimaciones del Ministerio de Salud de Gaza, que está controlado por Hamás, y no en un conteo forense ni de datos individualizados. La lógica es simple –y profundamente irresponsable–: si se reportan 35.000 muertos y se asume que el 40% son niños, entonces se infiere que han muerto 14.000.
Así, un cálculo especulativo se convierte en un mantra mundial. El problema es que nadie se detuvo a verificarlo, y muchas organizaciones, incluyendo dependencias de la ONU, lo permitieron con un silencio cómplice. Pero la distorsión no termina ahí. El jefe de OCHA en los territorios palestinos, Tom Fether, fue más allá al declarar en una entrevista con la BBC que 14.000 bebés morirían de hambre en 48 horas si no se intervenía de inmediato. Esta frase, emocionalmente devastadora, se diseminó en redes y medios como si fuese un hecho consumado, sin evidencia ni contexto.
La BBC, intentando entender el origen de esta acusación, descubrió que se basaba en un informe de la Clasificación Integrada de las Fases de Seguridad Alimentaria (IPC) que hablaba de un riesgo hipotético de desnutrición severa en el plazo de un año, no de una masacre inminente.
Estamos, entonces, frente a una manipulación consciente del lenguaje y de las cifras. Una estrategia que utiliza el dolor y el sufrimiento infantil como herramienta política. Y esas acusaciones infundadas y falsas son el abono perfecto para la demonización sistemática de Israel, pues se alimenta una narrativa donde los hechos importan menos que las emociones y donde el enemigo ya está condenado antes de hablar.
Estas tergiversaciones no solo pervierten el debate público. Fomentan, además, el antisemitismo, radicalizan opiniones y desinforman a millones. Transforman una tragedia compleja en una fábula de buenos y malos, donde la verdad es reemplazada por propaganda. Y eso, en medio de una guerra real, es tan peligroso como cualquier misil.
La tragedia en Gaza merece compasión, sí, pero también verdad. Mentir con cifras es traicionar a las víctimas reales. Y mientras no se recupere la ética en la comunicación humanitaria y periodística, seguiremos alimentando el odio con titulares que matan. Estas narrativas infundadas no solo deforman la realidad, sino que alimentan campañas de odio y demonización.
Israel vigila de cerca la situación alimentaria en Gaza para garantizar que haya suficientes suministros, mientras que el grupo terrorista Hamás se apropia de gran parte de esta ayuda y la vende para alimentar a su maquinaria de terror, ejecutando, sin ningún respeto por la vida, a cualquier palestino que se oponga a su régimen terrorista.
Michal Gur-Aryeh es embajadora de Israel en Costa Rica.
Esta imagen, tomada desde el oeste de Jabalia, en el centro de la Franja de Gaza, muestra columnas de humo elevándose tras el bombardeo israelí en Beit Lahia, el 9 de julio. Fotografía: AFP (BASHAR TALEB/AFP)
En beneficio de la transparencia y para evitar distorsiones del debate público por medios informáticos o aprovechando el anonimato, la sección de comentarios está reservada para nuestros suscriptores para comentar sobre el contenido de los artículos, no sobre los autores. El nombre completo y número de cédula del suscriptor aparecerá automáticamente con el comentario.