Deseo responder al señor Joaquín Masís Jiménez, quien el 23 de abril anterior publicó una inquietud en la sección de cartas a la columna.
Estimado don Joaquín, comprendemos y compartimos su preocupación por la tragedia humanitaria que se vive en Gaza. Cada vida que se pierde –sea israelí o palestina– es algo trágico, lo cual no debería pasar inadvertido para todos los que valoramos la dignidad humana. Sin embargo, es importante que conozcamos el contexto completo para dar juicios equilibrados.
El 7 de octubre de 2023, más de 1.200 civiles israelíes fueron masacrados brutalmente por el grupo terrorista Hamás, en un ataque que incluyó violaciones, personas quemadas vivas, secuestros, tortura de niños, asesinatos de familias enteras. Esa barbarie no solo conmocionó a Israel, sino al mundo entero.
Desde esa fecha, Israel ha ejercido su legítimo derecho a defender a su población, un derecho reconocido y aceptado por el derecho internacional. Ninguna persona con sensibilidad humana puede alegrarse por la muerte de civiles inocentes, ni en Israel ni en Gaza. Pero reducir la respuesta israelí a “represalia”, sin mencionar que Hamás opera desde zonas civiles, usa hospitales, escuelas y mezquitas como bases de operaciones, lanza cohetes desde las mismas zonas civiles y ejecuta a su propia población palestina cuando se atreven a criticarlos o intentan huir, incluidas torturas, y ejecuciones que están grabadas y publicadas en redes sociales, distorsiona la realidad.
Los mismos palestinos en Gaza que solo desean vivir en paz son usados como escudos humanos por un liderazgo que prefiere sacrificar a su población antes que renunciar a su meta: la eliminación del Estado de Israel.
A esto se suma una guerra en los medios. Los números que circulan en redes sociales y medios de comunicación internacionales, muchas veces sin verificación, provienen del propio Ministerio de Salud de Gaza, controlado por Hamás. Numerosos expertos y medios han señalado inconsistencias, manipulación y la inclusión de combatientes en las estadísticas civiles. El objetivo es sembrar confusión y deslegitimar el derecho de Israel a existir y defenderse.
La pregunta no es si la misericordia es válida solo para “nuestra gente”, sino si estamos dispuestos a reconocer que tanto israelíes como palestinos sufren, y que la raíz de este sufrimiento no es la existencia del Estado de Israel, sino el terrorismo que lo amenaza.
Ojalá pronto podamos hablar no de cifras de muertos, sino de acuerdos de paz. Pero para eso, la verdad también debe ser parte de la conversación.
Mauricio Bolaños Barrantes es director nacional de la Embajada Cristiana Internacional en Jerusalén, sede en Costa Rica.
