
China acaba de anunciar un subsidio anual de $500 por cada hijo menor de tres años. La medida busca frenar el desplome demográfico que amenaza su futuro, tras décadas de la política del hijo único, que causó la muerte de millones.
En Europa, la edad promedio para tener el primer hijo ya supera los 30 años. Y en 24 países, los mayores de 65 años representan más del 17% de la población. Matrimonios escasos, familias pequeñas, baja natalidad: el patrón se repite.
Mientras tanto, el crecimiento demográfico se concentrará en África y Asia. Entre 2020 y 2050, el mundo sumará 1.900 millones de personas, de las cuales 1.200 millones estarán en África. Pero fuera de ese continente, la tendencia es clara: envejecimiento rápido, baja fecundidad y desequilibrio generacional.
Costa Rica no escapa a esta tendencia. Nuestra tasa de natalidad ha caído a niveles históricos. Si no reaccionamos, el país afrontará una carga creciente sobre los sistemas de salud, de pensiones y de educación. Hay menos niños, menos jóvenes, y pronto habrá muchas más personas mayores.
Otros países nos muestran caminos posibles. Hungría lanzó hace dos décadas una política familiar integral: subsidios para vivienda, horarios laborales flexibles, guarderías ampliadas. Polonia y Francia combinan transferencias económicas y apoyo institucional para fomentar la maternidad. Corea del Sur y Japón, pese a sus enormes esfuerzos, nos advierten de que no basta con dinero: se necesita también un cambio cultural profundo.
Costa Rica necesita actuar ya. Revalorizar la familia, facilitar la conciliación laboral y ofrecer seguridad económica para que los jóvenes puedan formar hogares sin miedo al futuro. Es una cuestión de supervivencia social, de una política familiar inteligente y de una necesaria formación de valores y virtudes desde la escuela.
José Joaquín Chaverri Sievert es diplomático y periodista.