
El pasado 21 de junio, con motivo del Día Internacional de la Música, el Sifais ofreció en el Teatro Melico Salazar un concierto de altura, con una calidad artística excepcional. "Rock Sinfónico" fue una velada profundamente conmovedora, fiel al espíritu de inclusión social multivía que Sifais ha cultivado por más de 14 años en las comunidades más vulnerables del país.
Más de 120 músicos de todas las edades, procedencias y trayectorias, junto a los técnicos y colaboradores del Melico Salazar, decenas de voluntarios y micropatrocinadores; padres, madres y cientos de espectadores se sumaron en un solo pulso solidario. “Uno más uno, hasta formar un montón”, como lo expresa la canción de Solari que cerró el espectáculo, se convirtió en la mejor metáfora de la noche.
Dos meses antes era casi imposible afirmar que lograríamos realizar un concierto de tal calidad, con tantísimos integrantes y niveles artísticos. Pero con tesón, compromiso y mucho arrojo, nos lanzamos a soñar en la propuesta, siendo fieles a las virtudes cardinales que profesamos en Sifais: confianza, constancia, locura y ternura. ¡Y el resultado fue extraordinario, aunque por momentos estuvimos a punto de perder la esperanza!
El concierto reunió a músicos de la primera generación de Sifais –hoy profesionales– y a los nuevos integrantes de la generación pospandemia de La Carpio y de Birrí. Aunque muchos testimonios no pudimos compartirlos abiertamente en el escenario, fueron evidentes en cada nota. Entre ellos, el deslumbrante talento de Willy Castillo con su guitarra eléctrica, cuya evolución artística lo ubica hoy como uno de los grandes del país. Aún recuerdo su foto de adolescente en la portada de La Nación, hace ocho años, cuando se reportaba que “La Carpio retumbó en el Teatro Nacional”.
Esa noche también brillaron Saray Pérez con su voz; Valeria Salazar y Yoheck Azofeifa, en las guitarras, y Josué Campos, en la batería, todos exintegrantes del grupo Balance, originado en Sifais La Carpio. Tras años sin tocar juntos, su reencuentro confirmó su madurez musical, que se fundió con la orquesta de cuerdas de 96 participantes de los programas de la fundación, junto con 18 integrantes de la Sinfónica Juvenil, para crear una armonía potente y emotiva.
La generosidad de artistas como Luis Montalbert (Gandhi), Marta Fonseca y Bernal Villegas (Suite Doble), Felipe Pérez (424), Guido Fernández (Voodoo) y Miguel Solari, permitió un montaje escénico de gran formato. Donaron su tiempo, voz y talento para que quienes integran la orquesta de estas comunidades alejadas de oportunidades pudieran soñar altísimo, a pesar de las duras realidades que enfrentan en su día a día.
El maestro Ernesto Gallardo, artífice de esta conjunción artística, no solo logró amalgamar talentos, sino que facilitó el enlace con el Instituto Nacional de la Música, haciendo posible la incorporación de los jóvenes de la Orquesta Sinfónica Juvenil a este ensamble sin precedentes.
Las historias que tejieron esta noche son de una gran fuerza inspiradora, como la de don Gerardo Sánchez, de 73 años, vecino de Birrí, quien comenzó a aprender violín hace seis meses, sin saber aún leer ni escribir. O la de doña Margarita Quirós, sobreviviente de cáncer, quien encontró en el violín la motivación para salir de una profunda depresión, y Lourdes Masís, también miembro del “sexto piso”. O la de doña Aurora, de 71 años y vecina de Carpio, quien lava ropa ajena para vivir y se atrevió, junto a su hija de 50, a aprender a “colocar el arco” hace apenas ocho meses.
Para los adultos mayores, este proceso ha sido totalmente transformador. Pero lo es más aún para las decenas de jóvenes que, evitando el vagabundeo en las calles, se reúnen cada semana para afinar sus instrumentos y sus vidas. Así, la participación semanal en la orquesta se convierte en una metáfora del tejido social: cada cuerda suma, cada seccional importa y solo articulando los talentos de todos, con paciencia y sin prisa, se construye armonía.
Como bien señaló Paola Jeffres, actual coordinadora de Cuevadeluz en La Carpio y una de las primeras chelistas formadas por Sifais, “quienes más disfrutan de todo esto son las propias comunidades, que empiezan a salir del anonimato y del estigma que han sufrido durante años”.
El acompañamiento de la Fundación FASE ha sido crucial. Gracias a su apoyo económico, tres profesores –Javier Campos, Sara González y José Pérez–, hacen posible esta milagrosa transformación, aplicando el método Bornoff, que ha permitido a los estudiantes aprender en conjunto, de forma rápida y versátil, a tocar varios instrumentos de cuerda en pocos años. Es increíble ver cómo en poco tiempo pasan de tocar violín o viola a manejar el chelo o elcontrabajo con gran soltura.
Finalmente, es indispensable reconocer el generoso gesto del Teatro Melico Salazar y del Ministerio de Cultura, que cedieron gratuitamente el espacio en una fecha especial, permitiéndonos ser parte de la Fiesta de la Música 2025, y posibilitando que este evento se convirtiera en una fiesta de inclusión para todos, de manera gratuita.
Esperamos poder repetir año a año esta experiencia con la participación de más miembros del rock nacional y con la incorporación de más niños, jóvenes y adultos de la orquesta del Sifais, articulando a más voluntarios y donantes que nos ayuden a financiar los elevados costos que tienen iniciativas como estas.
Por el momento, solo nos queda agradecer profundamente a todos los que hicieron posible esta locura y desde ya arrancar motores con la vista puesta en Rock Sinfónico 2026, para ¡seguir soñando en grande!
Maris Stella Fernández es la presidenta de la Fundación Sifais.
