Pocos discuten la necesidad de ganar eficiencia en el sector salud costarricense. Promover estilos de vida saludables, fortalecer la prevención de enfermedades, incorporar nuevas tecnologías como la inteligencia artificial (IA) y la telemedicina, y aumentar la capacidad resolutiva del primer nivel de atención, son objetivos ampliamente compartidos. El verdadero reto está en cómo lograrlo dentro de instituciones históricamente rígidas.
En su libro, Reto Salud Siglo 21, Jorge Woodbridge recoge las percepciones de diversos actores sobre los aspectos que deben mejorar en nuestro sistema de salud. Los planteamientos están organizados en 16 capítulos accesibles. Entre los temas recurrentes, destaca la necesidad urgente de mejorar la gobernanza y definir una dirección estratégica clara. Ambos retos son impostergables.
Las duplicidades funcionales entre instituciones –e incluso dentro de estas– persisten como rezagos de una reforma del sector Salud que nunca se concluyó del todo.
Más allá de cerrar la brecha en cobertura de los Ebáis, se requiere una mejor reasignación de recursos, como lo evidencian las Cuentas Nacionales de Salud.
El ejercicio de la rectoría por parte del ministro o ministra de Salud suele estar limitado por la magnitud de los temas por atender y la precariedad de los recursos disponibles. Esto obliga a priorizar, dejando muchos asuntos sin atención durante largos periodos.
En la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), el verdadero poder reside en su Junta Directiva. Es ingenuo pensar que este órgano es apolítico. La presidencia ejecutiva representa solo un voto dentro de la Junta, compuesta por tres representantes del Estado, tres del sector patronal y tres del sector laboral, sectores que conforman el trípode que financia la seguridad social.
Cada miembro de la Junta debe negociar, justificar, convencer y demostrar para que sus propuestas se conviertan en acuerdos. Para ello, se requieren capacidades poco comunes: sensibilidad social, formación ética y técnica en alta dirección estratégica, y sobresalientes habilidades de negociación. Ninguna de estas cualidades se aprende exclusivamente en un aula, pero todas son esenciales para ejercer una función pública efectiva.

Cuando estos atributos faltan, se corre el riesgo de que la Junta Directiva desarrolle una relación perversa de dependencia con la administración activa. Esta, en lugar de ser asesorada, termina instruyendo qué decisiones se deben tomar. Así, la estrategia país cede ante agendas particulares.
La falta de jerarquía real de la Junta se evidencia en la alta tasa de incumplimiento de sus propios acuerdos. Algunos fracasan por su mal diseño; otros, por falta de interés de las autoridades o por ausencia de convicción entre los funcionarios. Ejemplos sobran: proyectos de reestructuración, fortalecimiento del modelo de atención, reformas reglamentarias o programas de formación médica en el extranjero han sido aprobados, pero nunca se concretan.
La Gerencia General, llamada a ser el director de orquesta apolítico de la institución, ha terminado siendo otro instrumento desafinado. No se le han brindado las herramientas modernas que requiere. La Caja incluso ha llegado a operar sin un gerente general, como reportó La Nación el 27 de octubre de 2017.
Contamos con un talento humano valioso y altamente formado, el verdadero tesoro de la institución, pero no siempre en la cantidad necesaria ni con un aprovechamiento óptimo.
Tan nocivo es mantener a un director interino por menos de 12 meses como perpetuar a uno durante más de 12 años. En el primer caso, no logra desarrollar su potencial; en el segundo, lo que no logró hacer en una década, no lo hará ahora. Sin una cultura de medición de resultados, no puede existir una verdadera dirección estratégica.
Para alcanzar los objetivos del sistema de salud, las Gerencias de la CCSS necesitan herramientas formales de contratación, incentivos para aumentar la producción y reducir los tiempos de espera. Además, deben facilitar el traspaso del conocimiento acumulado por especialistas hacia las nuevas generaciones que el país –no solo la institución– necesita.
fernandollorcacastro@yahoo.es
Fernando Llorca Castro es exministro de Salud, expresidente ejecutivo de la CCSS y exembajador de Costa Rica en Estados Unidos.