El área incluida dentro del Parque Nacional Marino Las Baulas de Guanacaste no es grande y sus ecosistemas distan mucho de ser prístinos. Sin embargo, los ecosistemas tan diversos y la fauna conspicua del parque, contrarrestan su reducido tamaño. Asimismo, la ubicación del Parque Nacional sobre la costa pacífica en el extremo occidental de la península de Nicoya y sus ecosistemas terrestres y estuarinos, abarcan buena parte del océano, ya que es un parque marino.
Al extremo norte del Parque está el Morro Hermoso, un cerro costero peninsular espectacular, que incluye una variedad de ecosistemas litorales, con suelos empinados, donde crecen en abundancia cactos columnares y árboles de flor blanca, y guardan remanentes del bosque seco mesoamericano.
Es evidente la regeneración de este reducto, parte del minúsculo legado que aún persiste de este hábitat amenazado. Al norte, precipicios rocosos son abatidos por furiosas olas, constituyendo paisajes muy disímiles a los que se encuentran en las áreas más protegidas hacia el sur, y una serie de lagunas que atraen diversidad de aves como cigüeñas, garzas blancas, jacanas, espátula rosada y águilas pescadoras, entre otras.
La mayor parte de la costa del Parque Nacional está constituida por cuatro playas: Carbón, Grande, Ventanas y Langosta. Estos bellísimos sitios están amenazados por un desarrollo acelerado y sin controles ambientales, pero, además, atraen a una de las poblaciones más importantes del mundo de la tortuga baula del Pacífico americano (Dermochelys coriacea) la tortuga marina más grande que existe y cuyas hembras pueden llegar a medir dos metros y pesar cerca de 500 kilos. El pico de anidación se da de de noviembre a febrero.
Cuando se creó el Parque en 1991, más de 5.000 nidos eran depositados en estas playas durante el pico reproductivo, por una población de al menos 500 hembras anidadoras, posicionando este singular sitio costarricense entre las playas más importantes del mundo para la especie, y, sin duda alguna, la más importantes del Pacífico americano. Lamentablemente, el despojo durante muchas décadas de sus huevos rindió sus nefastos frutos; al presente solo una fracción de hembras reproductoras visitan estas playas para anidar.
Optimismo. Pese a lo anterior, confiamos en los resultados de los esfuerzos conservacionistas de más de 20 años. Recientes investigaciones respecto a la madurez de esta especie indican que las nuevas reclutas aún no cuentan con el tamaño óptimo para regresar a reproducirse en el sitio donde nacieron. ¡Tiempo al tiempo!
Atrás de cada una de estas playas se ubica un estuario, el estero de Tamarindo atrás de Playa Grande y el estero Ventanas atrás de la playa del mismo nombre, los cuales, a pesar de ser bienes demaniales, tanto el estero Ventanas como sus manglares fueron rellenados durante el último quinquenio de la década de los años ochenta para lograr la urbanización de playa Grande norte. Al sur, atrás de playa Langosta, se encuentra el estero San Francisco. Desde 1997, estos humedales se reconocen como sitios RAMSAR de importancia mundial, pues cada uno incluye características extraordinarias que nos obligan a preservarlos en su integridad. El elusivo cocodrilo americano se encuentra aquí en números reducidos, pero en aumento. Los manglares son al mismo tiempo extraordinarios, donde se identifican seis especies de árboles y donde abunda el mono congo.
Sin duda, el Parque Nacional Marino Las Baulas protege mucho más que la propia tortuga que le dio su nombre.