
En las elecciones de 2026, casi el 60% del padrón electoral serán millennials o jóvenes de la generación Z, es decir, tendrán menos de 45 años. Esto implica que su participación será determinante y definirá el resultado electoral.
Es por ello preocupante que, como señala la plataforma votemoscr.com, las personas de más edad acudan más a las urnas que los más jóvenes. Además, esas diferencias entre generaciones se han hecho más grandes. Mientras, en 1982, el 81% de la generación que tenía 18 años fue a votar, en 1998 acudió a las urnas el 70% y en 2022, tan solo el 54%.
Hoy la democracia costarricense vive una encrucijada: fortalecerla para lograr los acuerdos necesarios para mejorar el bienestar de las personas, o profundizar la autocratización y concentrar el poder en un líder fuerte, aunque ello pudiera socavar los cimientos del Estado de derecho y la tutela de libertades y derechos ciudadanos. Esta es la magnitud del desafío que enfrentamos, ni más ni menos.
No es sacrificando la democracia como podremos lograr que el Estado y el sistema político resuelvan los problemas del país y respondan a las necesidades y expectativas de la gente, las suyas y las mías. Para ello, necesitamos dejar de ser espectadores pasivos y convertirnos en protagonistas de la vida política de nuestro país.
El voto no es un cheque en blanco. Todos y todas somos accionistas de esta gran empresa que se llama Costa Rica y ningún accionista se desentiende de cuidar sus intereses, pues ello podría implicar un grave riesgo para el capital invertido. No podemos seguir dando cheques en blanco a nuestra clase política.
Emitir el voto es un acto de responsabilidad. El ejercicio de este derecho no puede ni debe dejarse al azar, no se trata de comprar la lotería del domingo o apostar en el casino. Implica nuestro derecho y nuestra obligación de, en primer lugar, tratar de asegurar la idoneidad de las personas en las que vamos a confiar la conducción de la empresa y nuestros intereses como accionistas. En segundo lugar, conlleva evaluar la propuesta que nos hacen para gestionar el negocio y garantizar un buen rendimiento para nuestra inversión.
Es por ello necesario que dediquemos un poco de tiempo, el necesario, para conocer y examinar la oferta electoral. ¿Quiénes son y qué nos proponen para resolver los problemas del país? ¿Esas propuestas responden o no a mis necesidades y expectativas? Esto es parte de la tarea fundamental que debemos hacer. No hacerla equivaldría a llegar a clases sin estudiar y no poder responder el examen.
Para los y las jóvenes de la Costa Rica de hoy, y para otras personas como yo, un poco mayores, vivir en democracia ha sido como el aire, siempre ha estado ahí. Para nosotros, el referente inmediato de no haberla tenido es, en el mejor de los casos, un referente histórico lejano o una realidad ajena como la que hoy viven Venezuela o Nicaragua.
Jóvenes, el futuro de la democracia está en sus manos. En febrero de 2026 deberán resolver la encrucijada que hoy enfrenta nuestro sistema político-institucional. Espero que el resto de la sociedad podamos acompañarlos, con sensatez y responsabilidad, a enfrentar este desafío.
albertomora@estadonacion.or.cr
Alberto Mora Román es coordinador de investigación del Informe Estado de la Región, Programa Estado de la Nación.