En medio de crisis sistémicas, urge redefinir qué entendemos por progreso y cómo lo medimos. Dejar atrás el concepto de PIB no solo es un imperativo técnico, sino también político y ético
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PorAndrés Allamand
En 1968, Robert F. Kennedy pronunció uno de los discursos más poderosos sobre el sentido del progreso. En dicha oportunidad, denunció la insuficiencia del producto interno bruto (PIB) como medición del desarrollo: “No mide la salud de nuestros hijos, ni la alegría de su juego; no incluye la belleza de nuestra poesía, ni la fortaleza de nuestros valores (…); en resumen, lo mide todo, excepto lo que hace que valga la pena vivir la vida”. Han pasado 57 años desde aquel llamado y, sin embargo, seguimos midiendo el desarrollo casi exclusivamente con ese concepto estrecho, limitado y profundamente incompleto.
Hoy, el mundo reconoce cada vez más que es tiempo de cambiar. En medio de crisis sistémicas –climática, social, tecnológica– urge redefinir qué entendemos por progreso y cómo lo medimos. Ya no basta con cuantificar el crecimiento económico. Necesitamos indicadores que nos hablen de bienestar, de sostenibilidad, de justicia y de capacidades reales para vivir una vida digna.
En este contexto, la Alianza Global Más Allá del PIB (Beyond GDP Global Alliance), liderada por España, la OCDE, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) y la Secretaría General Iberoamericana (Segib), y presentada en Sevilla en el marco de la Cuarta Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo, surge como una respuesta valiente y necesaria. Con esta alianza nos proponemos construir colectivamente un nuevo marco que redefina lo que entendemos por desarrollo, reflejando no solo cuánto y cómo producimos, sino también cómo vivimos y hacia dónde queremos ir como humanidad.
Desde la Comunidad Iberoamericana llevamos tiempo insistiendo en la urgencia de esta transformación. Ya en la cumbre de Andorra del 2021 hicimos un llamado a la comunidad internacional para adoptar un conjunto de parámetros más integrales que sirvan de guía para avanzar hacia el desarrollo sostenible. Esa visión se ha ido consolidando y fue recientemente reafirmada por la secretaria de Estado de Cooperación Internacional de España, Eva Granados, en Naciones Unidas, en nombre de toda Iberoamérica, durante los trabajos preparatorios de la Cuarta Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo.
La Alianza impulsará tres grandes transformaciones: lo que entendemos por desarrollo y cómo lo medimos; los criterios de asignación de la cooperación internacional, incluyendo la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), que debe considerar a los países de renta media; y la creación de instrumentos que apoyen a los países para transitar hacia un modelo más sostenible, justo e inclusivo.
Dejar atrás el PIB no solo es un imperativo técnico, sino también político y ético. Si mantenemos una cooperación internacional basada en promedios exclusivamente económicos, seguiremos reproduciendo las mismas desigualdades que decimos combatir. Medir bien es la base para decidir bien. Por eso, lo que está en juego es mucho más que un cambio metodológico: es nuestra capacidad colectiva de imaginar y construir un mundo mejor.
Es tiempo de escuchar las advertencias del pasado y actuar con decisión en el presente. Empecemos por medir lo que realmente importa.
Andrés Allamand es secretario general de la Segib.
Más allá de cuantificaciones meramente económicas, son necesarios indicadores que hablen de bienestar, de sostenibilidad y de justicia. (Shutterstock/Shutterstock)
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